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El Museo Nicanor Piñole reordena la obra del pintor y exhibe "La Cuesta del Cholo"

La apertura esta Semana Santa de la sala dedicada al reconocimiento académico del artista gijonés completa un recorrido del siglo XIX al XX

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Reportaje reordenación museo Nicanor Piñole

La apertura al público estos días de una sala dedicada a los años del reconocimiento académico de Nicanor Piñole, coincidiendo con la Semana Santa, completa la reordenación del museo que muestra y custodia, en la plaza de Europa, la obra de uno de los grandes pintores asturianos del siglo XX. A ese espacio, situado en la planta alta del inmueble que fue antiguo Asilo Pola, se ha incorporado por ejemplo el óleo sobre lienzo "La cuesta del Cholo", una gran pieza de temática gijonesa, firmada en 1942, que sale de una colección particular para mostrarse por primera vez junto con la importante colección de 130 obras que permite seguir la densa y sobresaliente trayectoria del artista gijonés.

"Tenemos expuesta la mayor parte de la pintura de Piñole, salvo alguna cosa por razones de discurso expositivo", explica Lucía Peláez, directora de los museos municipales Nicanor Piñole y Casa Natal Jovellanos. Y lo hace al lado del excelente retrato que el fallecido fotógrafo vitoriano Alberto Shommer dedicó al pintor gijonés. Éste, nacido en 1878 y fallecido cien años después, es uno de los más destacados representantes de las corrientes postimpresionistas españolas y, junto con Evaristo Valle, uno de los más sobresalientes talentos artísticos que ha dado Asturias.

La apertura de esa sala, paredaña a otra en la que se muestran objetos del mobiliario de Piñole junto con alguno de los retratos de sus seres queridos (el de su padre, por ejemplo, o el del tío Manuel Prendes), permite hacer un recorrido amplio por una obra que empieza a concretarse a finales del siglo XIX y cubre buena parte del XX. En ese espacio, en el que se debería finalizar la visita al museo, se incluyen piezas que van desde los años de la posguerra hasta los sesenta. Con el reconocimiento académico, le llegan encargos para pintar una serie de retratos. Así, están en este espacio los que realizó, en 1958, a Celestino Gutiérrez y Purificación López. También dos acuarelas con motivos tan caros al artista -tenía en su buhardilla varios animales que pintaba una y otra vez- como las flores o los gallos. Y son un ejemplo del abundante uso que hizo de las resmas de papel de la Compañía de Tranvías de Melilla.

Hay además, como en el resto de los espacios del museo y entre otras piezas, uno de los casi cuatrocientos autorretratos del artista. A falta de modelos se dibujaba y pintaba obsesivamente una y otra vez, explica Lucía Peláez. El Museo Nicanor Piñole se inauguró en abril de 1991. Fue habilitado para acoger la generosa donación que la viuda del artista, Enriqueta Ceñal Costales, hizo a la ciudad. El antiguo Asilo Pola, situado enfrente de la casa que habitaba el pintor, fue remozado y adaptado a los nuevos usos por los arquitectos Juan Moriyón y Javier Felgueroso. Con más de 600 metros cuadrados habilitados, es hoy una instalación plenamente consolidada en el entramado cultural gijonés: recibe entre 15.000 y 20.000 visitantes al año. Conserva, asimismo, más de cuatro mil dibujos de Piñole convenientemente archivados.

Con tres niveles (planta baja, entreplanta y primero piso) de espacios expositivos, el recorrido por la obra del artista gijonés conviene iniciarla en la sala dedicada a la etapa de formación. Cuelga en esas paredes "Un borracho", óleo de 1897 que Piñole pintó después de concluir sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Hay también pintura de la etapa italiana del artista, así como una muy hermosa maternidad que Piñole firmó en 1902: "Familia pobre". También en la planta baja están las salas que, bajo los títulos de "El valle de Prendes", "Gijón, la ciudad natal: paisajes urbanos y retratos" y "Nuevas influencias, nuevas amistades", siguen el itinerario de un Piñole ya maduro que regresa a Asturias con una renovada visión de la pintura.

"Aunque es un pintor realista, lo que busca ya son valores plásticos", subraya Lucía Peláez. Destacan cuadros, en esa primera sala, como "Corpus en Carrió" (1925) o "La Quinta del Chor". Pinta también el retrato de su madre, Brígida Rodríguez Prendes; el extraordinario "Calle de Los Moros", o una nueva visión de los lenguajes costumbristas en "Marineros en el puerto de Gijón". En 1922 conoce al poeta Gerardo Diego y se embebe de algunos de los lenguajes vanguardistas de la época, que filtra en cuadros como "Mujeres en la playa" o "Bazar o vida gris".

Los responsables del museo dedican la entreplanta de la instalación a exposiciones temporales del propio Piñole. Desde hace meses puede verse la muy interesante "Impresiones y paisajes": diecinueve pasteles y cinco óleos, pintura al aire libre. Y en la primera planta, junto a la nueva sala de la consagración académica, se ofrecen piezas del Piñole que pasó la Guerra Civil en Gijón (tenía 58 años). Se incluyen aquí alegorías como "La pesadilla del burgués" o "Cervera". Un museo que siempre aporta emociones a los aficionados a la pintura.

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