Hace quince años, en 2002, el hospital de Cabueñes incorporaba a su dotación una resonancia magnética. La segunda con la que iba a contar el área de Gijón, que ya tenía en Jove un equipo cada vez más demandado para los estudios diagnósticos. Entonces se pretendía que a pleno funcionamiento diera salida a algo más de 4.500 pruebas que se generaban en Cabueñes, aunque ya aventuraban los responsables del servicio de Radiodiagnóstico que no tardando mucho podrían pedirse mil resonancias más, por lo que estaban dispuestos a planificar y rentabilizar el equipo de lunes a sábado, en trabajo de mañana y tarde.

Esas previsiones hace muchos años que están superadas en Cabueñes. De ahí que en el área se haya recibido con satisfacción y hasta alivio la autorización al Servicio de Salud del Principado para que destine 1,6 millones a la compra de un equipo adicional, el segundo que funcionará en Cabueñes. Al tiempo, además, se va a invertir en la actualización de la resonancia que está en activo para que tenga mayores potencialidades.

Porque las necesidades son muchas en el área. Tantas que el servicio lleva años recurriendo incluso a las citas en domingo, en los meses en los que hay más disponibilidad de plantilla, para sacar adelante estudios. En los últimos años se vienen haciendo entre 6.400 y 7.100 resonancias -la punta de actividad más alta, según los registros del Sespa, fue en 2012-, con una media de entre 27-29 pruebas al día. Además de lo que se hace en Cabueñes se está teniendo que derivar a centros concertados más de 2.000 pacientes cada año desde 2012. Y aún así, a medidados del pasado 2016 el Hospital de Cabueñes tenía 1.500 resonancias en lista de espera, con una media de demora de 53 días.

En el último semestre del año pasado el hospital universitario gijonés hizo serios esfuerzos por embridar y depurar esa lista de espera, reduciendo los casos hasta llegar a las 500 las pruebas pendientes. En el hospital de Jove, donde está la otra resonancia de referencia para la sanidad púbica en el área V (Gijón, Carreño y Villaviciosa) y también para otras áreas, se están haciendo al año unos 7.000 estudios; a mediados del 2016 tenían 1.888 pruebas pendientes, y el pasado mes de febrero, frente al decrecimiento de la lista de Cabueñes -posiblemente ayudada precisamente por más derivaciones- la de Jove había crecido hasta 2.152 casos.

El gerente del área sanitaria V, Miguel Rodríguez, explicaba estos días que en la actualidad se está trabajando en la planificación de "la actualización de todo el software de la resonancia que ya tenemos, algo que haremos en el mes de junio y principios de julio", de tal forma que este mismo año el equipo quedará actualizado y funcionará para los efectos "como una resonancia nueva". En Cabueñes sabían que como dotación adicional, en el Sespa se llevaba algún tiempo valorando la adquisición de una segunda resonancia para Gijón, de alto campo (3T), inversión que se concretó la pasada semana tras obtener el Sespa una autorización de gasto con cargo a la ley de endeudamiento.

Esta segunda resonancia, que ya venía contemplada en el plan funcional de necesidades de Cabueñes de cara a la reforma y ampliación del hospital, se utilizará para estudios de neurología, hepáticos, angiografías, cribados de cáncer de mama y para realizar pruebas cardiológicas vinculadas a la unidad de hemodinámica. Los equipos más modernos, como el que se adquirirá para Cabueñes, tienen también la ventaja de incorporar mejoras relativas a la comodidad del pacientes, reducen el tiempo de realización de pruebas con resultados más precisos, y permiten obtener imágenes médicas en tres dimensiones de alta resolución sobre todo para neurología, cardiología, mama y abdomen, según explicaron desde el Sespa.

El equipo que se adquirió en 2002 costó a la sanidad asturiana 170 millones de pesetas; el que se comprará ahora, 1,6 millones.