El Gijón Industrial quiere cambiar las tornas en el fútbol base. Y sobre todo, los gestos. Esos que ahora han llevado a los noticiarios las broncas, los malos modos y comportamientos antideportivos de padres de toda España convertidos en "hooligans" en campos de fútbol base. El cambio de rumbo que propone el Gijón Industrial se materializó este fin de semana durante el "I Torneo Nacional de Fútbol 8 de Semana Santa" que se disputó en el campo de Santa Cruz, en Jove, y en el que tomaron parte más de 350 niños procedentes de Asturias, País Vasco y Galicia. El club lanzó la propuesta de que los padres de los equipos que disputaron las finales benjamín y alevín salieran de la mano junto a los jugadores del equipo al que se medían sus hijos. Y la propuesta tuvo una respuesta excepcional. Un gesto dirigido directamente al resto de progenitores que siguen de cerca la diversión de sus pequeños.

"La gente tiene que concienciarse de que promovamos la deportividad y el compañerismo entre los niños", afirma Ione Fernández, seguidora y madre de uno de los futbolistas del conjunto vasco del Retuerto Sport, que participó en el torneo. Ione no dudó en salir de la mano de un jugador del Juventud Estadio en la final alevín y además indicó que "mi hijo lo ve como una vergüenza ajena, a ellos se les acaba el partido y se olvidan de todo, sólo piensan en pasarlo bien, pero los adultos somos los que tenemos que tener más cabeza".

En el mismo encuentro participaron los ovetenses Juan José Requejo e Isabel Naves. Ambos coinciden en que "los padres somos los primeros que tenemos que dar ejemplo, hay que dejar de crear problemas y comportarse cívicamente en la grada". Ambos también aplauden la iniciativa del Gijón Industrial. La idea inicial era la de que cada jugador saliese acompañado y los padres se volcaron en su totalidad.

No fueron los únicos en sumarse a la causa de la deportividad ya que dentro del terreno de juego, los árbitros también pusieron su granito de arena con un arbitraje ejemplar en el que resaltó la enorme educación y respeto en cualquier acción. El encargado de dirigir la final alevín fue Alejandro Serrano que, con anterioridad, arbitró la lucha por el tercer y cuarto puesto de los equipos benjamines de Ceares y Montevil. Tras el pitido final, el colegiado se dirigió a los jugadores, formó una piña y lanzó su mensaje: "Les he dicho lo que le comento a mi hija todos los días, que estos torneos son para jugar y divertirse, no importa si ganas o pierdes, la intención es la de hacer lo que más nos gusta, jugar al fútbol, y hacer amigos", explica.

Los árbitros se sumaron así a esta iniciativa del club fabril para sumar en la misma dirección ya que "todos participamos para intentar cambiar las malas noticias y ofrecer la cara buena del fútbol, para que no se genere una antideportividad innecesaria", alegó el colegiado. Y sin que fuera lo más importante, los resultados arrojaron la victoria en categoría benjamín del Galicia de Caranza que se impuso 6-2 al Retuerto Sport, mientras que el Ceares fue tercero y el Montevil cuarto (6-0). En alevines, el Retuerto Sport se impuso en los penaltis al Juventud Estadio. El Galicia de Caranza fue tercero al vencer en los penaltis a la Escuela de Fútbol de Oriente. El gol del respeto, el civismo, la cordura y la deportividad en las gradas y en césped lo marcaron todos.