"Cuando muera algún niño ya se echarán las manos a la cabeza". Ése es el sentir mayoritario entre las asociaciones animalistas y muchos dueños de mascotas tras el repunte, en los últimos meses, de los episodios de envenenamiento a animales domésticos en la ciudad. "Ya no es un caso aislado por la acción de un loco determinado", asegura Carlos Solares, representante de Fauna Urbana, "se están dando casos en todos los barrios de la ciudad y no paran de aumentar", algo que llevan meses denunciando.

Para Solares, el responsable de este aumento sistemático es claro. "El Ayuntamiento está dando impunidad a delitos penales", asegura Solares, "no actúa, simplemente se dedica a retirar el veneno encontrado, pero no busca responsables", algo que, denuncia el animalista, "da a los autores de los hechos una peligrosa sensación de impunidad que crea un efecto llamada".

El detonante llegó esta semana tras el fallecimiento de "King", un shnauzer enano de trece años que tuvo que ser sacrificado tras, supuestamente, ingerir polvos de Babosil, un veneno para caracoles que puede ser letal, en un parque situado en el barrio de Laviada, junto al centro de salud y el colegio. Su dueña, Beatriz Ascariz, denuncia que "están colocando comida con veneno en las zonas verdes del parque", algo que, asegura, "es muy peligroso para los niños que juegan en la zona verde, sobre todo los más pequeños, que lo tocan todo y luego se llevan las manos a la boca", con el flagrante peligro que ello supone.

Tras la muerte de su mascota, Ascariz ha impulsado una recogida de firmas en la plataforma change.org para enviar un escrito al Ayuntamiento en el que reclamarán "que busquen soluciones, necesitamos leyes que protejan a nuestras mascotas", enfatiza la damnificada.

De hecho, ésa es la gran lucha de Solares y Fauna Urbana. "El Ayuntamiento, con su inacción, es cómplice", al no promulgar una legislación al respecto, "ni siquiera tienen un protocolo a seguir en estas situaciones". Es más, Fauna Urbana ya hizo llegar al consistorio una pauta de actuación, utilizando "un perro de detección, que pueda asegurar que ya no existe veneno en la zona", algo que no existe aún en Gijón: "Es un despilfarro que haya en la ciudad una unidad canina con nueve perros y ninguno pueda realizar esta labor", por lo que, enfatizan, "no es por falta de medios, sino de voluntad".

"¿Cuántos perros tienen que morir para que se decidan a actuar?", se pregunta Solares, "igual están esperando a que pase algo extremadamente grave, con un niño, y luego se echarán las manos a la cabeza", clama el animalista.

A raíz de este llamativo repunte, ya no solo de envenenamientos sino de todo tipo de ataques a mascotas llegando a colocar incluso clavos y alfileres en comida para las mascotas, los dueños de canes se están movilizando. Un ejemplo de ello es la creación de algunos grupos en las redes sociales en los que se llama a la gente a la acción, además de marcar un protocolo a seguir en caso de dar con los responsables.

"Ya no podemos salir tranquilos a dar un paseo con nuestros perros, no me fío, cualquier despiste puede ser fatal", arguye Laura Yuste, impulsora de una de estas plataformas, quien también está reuniendo firmas, que rondan ya el millar, "para pedir que se aplique la ley de maltrato animal" y se busquen soluciones a una problemática que, cada vez más, pone en peligro la vida de mascotas y "quién sabe si también de niños en la ciudad".