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Miguel Ángel Ruiz González, hasta pronto

El conocido empresario, propietario de Ornatex, era un humanista y un hombre de fe, herencia de su época de seminarista

Año 1966. Misa en el Naranjo de Bulnes con Miguel Ángel Ruiz en primer término. En la imagen también aparece el autor de esta necrológica.

Muy doloroso resulta despedir a quien durante muchos años fue compañero y amigo entrañable. El Seminario de Oviedo, centro de ilustración para muchos asturianos en los años 50 y 60 del pasado siglo y célula generadora de ideales sublimes y amistades imperecederas fue nuestro lugar de encuentro, como lo fue para otros muchos antiguos compañeros que hoy lloramos su muerte. En el popularmente llamado "Prau picón", Miguel aprendió a dar un sentido a su existencia "sub specie aeternitatis", como solían decir los manuales de Teología, esto es, a ver esta vida como un tránsito para un más allá. Esta fue la filosofía que sazonó todas las etapas de la existencia de Miguel.

Como padre fue un padre trabajador hasta el extremo para que a su mujer Elisa y a sus hijos, Carmina y Miguelín, no les faltara de nada. Miguel fue un gran empresario, ingenioso, emprendedor, intuitivo y con gran visión del futuro hasta convertirse en uno de los grandes mayoristas en el mercado del diseño oriental del tapiz y la alfombra. Pero no era un empresario al uso común. El "negotium" no era para él la única razón de su trabajo, sino un medio para cultivar lo que a el le apasionaba: el humanismo. Era un verdadero humanista. Sus numerosos viajes al Oriente Medio, recorriendo pueblos y aldeas en busca de productos genuinos, siempre estaban salpicados de antiguas rutas del helenismo o del cristianismo primitivo. Alusiones a los viajes de Pablo de Tarso, a la Anábasis de Jenofonte o a las batallas de Alejandro Magno entreveraban su anecdotario cuando regresaba. Lo mismo se podría decir de las ferias de Frankfurt a donde acudía todos los años; siempre había ocasión para asistir a un concierto o visitar lugares emblemáticos de la cultura alemana.

De tejas abajo la vida fue cruel con Miguel. En la memoria de los que le tratábamos están muy presente los largos años de la enfermedad degenerativa de su esposa, la inolvidable Elisa, a quien había conocido en Besullo y con quien formó una familia con los sinsabores que siempre conlleva la vida familiar. Pero el carácter de Miguel era inalterable: optimista y alegre. Y ¿qué decir de su enfermedad diagnosticada hace siete años? Siempre con la sonrisa en los labios. Incluso estos últimos días, cuando ya la enfermedad presagiaba un desenlace inmediato, le preguntaba: ¿Cómo estás, Miguel? Y la respuesta era siempre la misma: -un poco mejor.

Miguel era un hombre ingenioso para los trabajos manuales -una cualidad que dejó bien patente en su casa de Coceña.. Quienes le han tratado estarán de acuerdo conmigo. Pero hay otra cualidad que quisiera destacar aquí y ahora: Miguel fue ante todo y sobre todo un hombre de fe, un hombre profundamente religioso; es más yo diría un hombre de iglesia. De hecho las conversaciones que más le atraían eran aquellas en las que evocábamos viejos temas teológicos. El profesor Novalín y el profesor Gómez Cuesta podrían dar testimonio de cuando juntos, Miguel y quien les habla, visitábamos a nuestro maestro a su residencia de san Pedro en Gijón. Las enseñanzas del "Prau Picón" dejaron en Miguel una profunda huella indeleble a lo largo de su existencia: ver la vida "sub specie aeternitatis, estos es, considerar esta vida tan solo como un simple tránsito para un más allá. Un más allá del que estoy seguro Miguel está ya disfrutando. Tengo la satisfacción de, cogido a su mano, contemplar su último aliento al que correspondí instintivamente con un "hasta pronto", como solía hacer cada vez que nos que nos despedíamos.

A sus familiares más directos, a sus hijos Carmina y Miguelín; a sus hermanos Ramón y Fini, dentro del gran dolor que tenéis, debéis estar orgullosos de haber tenido a un padre y a un hermano de la categoría de Miguel. Por mi parte estaré siempre orgulloso de su amistad. Miguel: hasta pronto.

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