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Un viernes de trajín inaugural

Cinco salas de arte abrieron ayer, a la misma hora, sendas exposiciones de Gordillo, Ramón Prendes, Benéitez, Goyeneche y Federico Mieres

Inauguración de la muestra de Arancha Goyeneche. ADRIÁN HERNÁNDEZ

Hasta cinco salas de arte gijonesas inauguraron ayer, a la misma hora, una exposición. El aficionado no se queja: ya se sabe que cuánto más género, mejor para el ojo. Cada galerista está en su derecho, hay que dejarlo claro, a renovar sus paredes cuando le venga en gana o le parezca oportuno; faltaría más. Y no seré yo quien se amohíne por exceso de materia plástica que ver. Parece no obstante un poco excesivo tanto trajín inaugural en una ciudad que no llega a los trescientos mil habitantes, como si esta ribera de la mar cantábrica fuera el París de los salones baudelarianos o el Manhattan de todas las posmodernidades. Más que nada porque no hay manera, ni siquiera con la lengua fuera, de asistir a todo lo que nos ofrecía ayer el galerismo gijonés a la misma hora. Y eso que el chubasco, que dibujó una línea vagamente melancólica en la tarde de mayo, invitaba a los interiores con copita, canapé y palabras amigables. Pero, como se sabe, el don de la ubicuidad está sólo al alcance de los políticos con sosias en nómina.

El maestro Luis Gordillo, que no acaba de sentirse a gusto con el marbete de pintor abstracto, como ha contado en la entrevista que publicó ayer LA NUEVA ESPAÑA, platicó en la apertura de "Sesión continua". Su exposición, en la galería Vigil-Escalera, merece más de una visita. A sus 82 años, el artista está en un espléndido momento. No ha perdido fuerza, tampoco rigor.

El maratón de inauguraciones se completó con la apertura, en Cornión, de "Junto al mar". Es la última entrega de uno de los mejores pintores asturianos de su generación, Ramón Prendes. En el Centro Antiguo Instituto -y a la misma hora, como se ha dicho-, Federico Mieres presentó su "Caminante, no hay camino...", que es título que gusta mucho a los pintores machadianos.

De mucho interés es también el artista que ha elegido la sala Bea Villamarín para este mes de mayo. Es Diego Benéitez, finalista del último y prestigioso premio BMW. ¿Es un figurativo o un abstracto? Pues lo uno y lo otro; es decir, sus obras de "Línea de luz" son una muy personal interpretación de la pintura a partir de la revisión de lo que es enfrentarse hoy a un paisaje. Y mucha expectación también por la primera monográfica en Gijón (es cierto que ha hecho ya alguna cosa aquí y recordamos, por ejemplo, su pintura expandida en el Barjola) de la cántabra Arancha Goyeneche. Inauguró "Caprichos cromáticos" en Gema Llamazares. Una tarde que, en realidad, da para muchas otras tardes.

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