La bióloga gijonesa Covadonga Huidobro pasó cuatro años en Edimburgo investigando en su campo, y allí conoció de primera mano la labor de divulgación que se lleva a cabo en las escuelas de primaria para acercar las ciencias a los más pequeños. Por eso, y porque tiene una ahijada en edad escolar "que siempre me pide hacer cosas científicas con ella", decidió solicitar una ayuda a la Biochemical Society de Edimburgo en la convocatoria del año pasado.

Le concedieron 900 libras para poner en marcha un proyecto científico, que finalmente decidió desarrollar en los colegios Clarín y Río Piles, ambos con proyecto educativo bilingüe, y ayer mismo culminaron los talleres: "21 clases con una media de 25 alumnos en cada uno de ellos", explicaba Huidobro, "encantada" con el resultado.

Las clases divulgativas se han centrado en la célula, divididas por edades. Los más pequeños, coloreando. Los mayores, diseñando con plastilina, elaborando pulseras con cuentas de colores que simulan la estructura del ADN, observando células de la boca al microscopio o extrayendo ADN de guisantes con detergente, zumo de limón y sal. Toda una experiencia para "darles unas pinceladas sobre la célula, que se vayan familiarizando con sus partes y funciones".

Los alumnos han respondido "muy bien, les ha gustado y creo que ha sido muy productivo para ellos", reflexiona la joven investigadora, actualmente de vuelta en un grupo de la Universidad de Oviedo. Porque "las vocaciones se despiertan desde edades tempranas, y en otros países como en Reino Unido es habitual que los niños participen en festivales de ciencias y en actividades de divulgación". Los del Clarín y el Río Piles pueden presumir de haber sido científicos durante una semana intensa de investigaciones.