La Lonja de El Musel subastó ayer cerca de 100.000 kilos de bocarte, en lo que puede ser el inicio de una nueva costera, tras la extraordinaria que se ruló en Gijón en 2015, cuando se alcanzó 1.415.000 kilos de boquerón, descargados en tres semanas de faena. Después de un año prácticamente en blanco, ayer volvió "la bocartada" a Gijón.

Estas son además las primeras capturas que se rulan en El Musel esta temporada. La flota estaba hasta ahora concentrada cerca de la costa francesa, en el Golfo de Vizcaya.

Los cerqueros, fundamentalmente vascos y gallegos, optaron ayer por desplazarse hacia Asturias en busca de capturas de mayor tamaño. El cardumen se localizó a unas 25 millas de la costa, entre Llanes y San Vicente de la Barquera y la flota se está repartiendo entre El Musel y Santoña para las descargas.

Al puerto gijonés llegaron ayer unos 20 pesqueros, la mayoría de ellos de Galicia y también algunos del País Vasco y Cantabria, además de los cerqueros asturianos "San Mateo", "Santa Nina" y "Nueva Emperatriz".

La pesca se vendió a buen precio, entre los 2,20 y 2,50 euros el kilo, algo en lo que influyó el buen tamaño de las capturas, con 34 a 36 piezas por kilo. Los compradores eran mayoristas y conserveras de Galicia y el País Vasco y en menor medida de Asturias y Cantabria. Parte de las capturas se venderán para fresco y una buena parte irán a la producción de anchoa. La flota no volverá a faenar hasta medio día del próximo lunes, tras el descanso del fin de semana. Si el cardumen permanece en aguas asturianas, es previsible que la costera continúe rulándose en El Musel.

La principal campaña de la lonja gijonesa es la costera del bonito, que es la que tradicionalmente le aporta un mayor volumen de ingresos, entre otras cosas porque los barcos de tanqueo, que usan cebo vivo, no pueden entrar en la ría de Avilés, donde el cebo moriría.

En 2015 tuvo lugar una excelente costera del bocarte, que además de subastar en El Musel los más de 1,4 millones de kilos referidos, supuso una facturación para la lonja gijonesa de 5,3 millones de euros, llegando a concentrar en Gijón en algunas jornadas hasta 63 barcos con descargas diarias que en ocasiones alcanzaron los 300.000 kilos y con un precio medio que llegó a los 3,45 euros por kilo. Las conserveras también fueron entonces los principales compradores.