Hay un día en el año en el que la parroquia gijonesa de Santurio se une con Covadonga como si fueran territorios vecinos. Un día en el que algunos comensales del restaurante gijonés Los Nogales cambian las delicias gastronómicas por una fartura de kilómetros a pie, de tirón y sin empacho, desde la zona rural gijonesa hasta el lago La Ercina, previo saludo a la Santina.

Ese día lo marca en el calendario José Miguel Martínez García, propietario del citado restaurante gijonés y promotor desde hace 21 años de una ruta compartida entre amigos. Ayer, a las 20 horas, era "el día D y la hora H" del 2017. La fecha elegida para arrancar a caminar y no detenerse hasta ver cumplidos algo más de 90 kilómetros.

"Hasta que el cuerpo aguante hay que seguir manteniendo esta tradición", decía minutos antes de partir Miguel Martínez.

A su proyecto se sumaron este año otras 14 personas y, entre los primerizos se incluyó el teniente coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón, Francisco Puerta. "Los nuevos están más nerviosos que los que ya hemos hecho esta ruta otros años, pero nada que no se quite en cuanto empecemos a caminar", indicaba el promotor.

Por delante quedaba toda una noche en movimiento y buena parte de la mañana. Por la experiencia de otros años "calculamos llegar a La Ercina sobre las doce o la una de la tarde, y allí lo que sabemos seguro es que tendremos una buena comitiva de recepción", contaba Martínez.

Al menos otros tantos amigos se sumarán para acabar la ruta de caminantes con una comida de fiesta, como en los últimos años. En el horizonte sólo un temor: "que nos aguante el tiempo porque la previsión es que llueva algo por la zona de Cangas de Onís, por la mañana, y esa fue la causa de que a última hora se descolgara algún caminante. Andar con lluvia tanto tiempo es duro, porque te ablanda los pies y se lleva peor". Seguro que vela por ellos la Santina para que cubran sin pena la ruta que hace años identificó la Tertulia cultural del Garrapiellu.