Unos días antes unos vecinos habían derribado las vallas que protegían las obras del Campo Valdés, con la iglesia de San Pedro y las termas romanas como protagonistas. Levantadas las vallas otra vez los trabajadores llevaban tapones en los oídos ante el ruido diario de los manifestantes golpeando con piedras, a partir de las doce del mediodía, las vallas. LA NUEVA ESPAÑA daba una lista de objetos de golpeos: piedras, latas de conserva, ladrillos, martillos, zapatos, rodillos de amasar...