El Ayuntamiento de Gijón se va a hacer cargo de restaurar una lápida del Cementerio Civil de Ciares, colocada en 1927, y a la que los símbolos masónicos que lleva grabados han convertido en una rareza de los cementerios españoles.

La lápida objeto del interés municipal -se acaba de sacar un edicto para hacer partícipes de esta decisión a cualquier intersesado, dado que no se han localizado descendientes, herederos o causahabientes con derechos sobre la citada tumba- corresponde a Enrique Villar Valdés, un francmasón colungués (1856-1927) que residió en Gijón, muy vinculado a la Escuela Neutra Graduada, entidad que ayudó a sufragar y a la que durante años entregó donativos. Se inició en la masonería en el seno de la Logia Jovellanos 337, en 1913, con el simbólico de "Sella" y fue progresando en la hermandad, así como en otras constituidas en la región. A su fallecimiento la lápida fue sufragada por la Gran Logia Regional del Noroeste, y su sepultura fue adquirida en propiedad más tarde por una hermana, según el seguimiento que han podido hacer los masones asturianos.

Por la singularidad de la lápida, de las poquísimas que se conservan en España con símbolos masónicos ya que una ley franquista obligó a que se eliminaran de todas partes, el Ayuntamiento va a atender la petición inicial del Ateneo Obrero, la Cultural Gijonesa, la Logia Rosario Acuña, la Logia Progreso, la Logia Estrella del Norte y la Tertulia Feminista Les Comadres. Una petición coral a la que luego se sumaron el PSOE, IU y Xixón Sí Puede, que tramitaron la propuesta por los cauces municipales.

La conservación de la lápida, muy deteriorada, rota en varios trozos y en serio riesgo de perder por completo sus elementos singulares, lleva varios años planteándose a los munícipes y, de hecho, los promotores de la inciativa llegaron a plantear la petición a la empresa que gestiona los cementerios, Cegisa. Operarios de esta empresa realizaron en 2015 una limpieza del mármol con aguafuerte, que no hizo sino provocar que se deteriorara más aún. Un informe realizado por técnicos del Museo Arqueológico de Asturias recomienda igualmente la restauración de la lápida y colocarla en la pared frontal, dejando una réplica en el lugar original. También proponen que no sería mala idea dejar una réplica en el cementerio y llevar la pieza original a algún museo gijonés. En todo caso, se insiste en la conveniencia de una restauración llevada a cabo por profesionales. En el edicto municipal se da por bueno, si en los próximos 10 días nadie presenta objeciones, que se restaure la lápida y se vuelva a colocar en su lugar original. Porque su singularidad lo merece.