No es sólo el colegio de la Inmaculada. La educación de muchos gijoneses a lo largo del último siglo se ha vinculado a la Compañía de Jesús. Sus miembros también dejaron huella desde el Hogar de San José, el Revillagigedo y la Universidad Laboral. Las obras educativas de la Compañía de Jesus estuvieron en el centro de la concesión de la medalla de oro de la ciudad. Pero hay más. El trabajo en las parroquias de Tremañes, El Natahoyo, en La Inmaculada y en la popular Iglesiona. Y la labor de hombres como el padre Máximo, el padre Granda o el padre Cifuentes. Dos jesuitas, el padre Patac y el padre Laínz, les ha cedido a Gijón las joyas de su biblioteca y su herbario. "Les pido que las cuiden bien", recalcó ayer Inocencio Martín a la Corporación.