En las noches gijonesas, es habitual encontrarse con un sereno que, chaleco reflectante en ristre, va comprobando si las puertas de negocios o edificios están debidamente cerradas. Sin embargo, el problema no es siempre que la cerradura cumpla su objetivo, si no todo lo contrario.

"Pasmado" se quedó un sereno cuando esta pasada noche tuvo que llamar a la Policía para que acudiera a ayudar a un hombre que se había quedado encerrado dentro de su establecimiento hostelero, después de que todo el personal, una vez finalizado el turno de trabajo, se marchara a sus casas, cerrando con llave la puerta del local.

Así, el dueño del bar se vio encerrado en su propio negocio, sin posibilidad de salir al no tener un juego de llaves para abrir la cerradura. Ante la perspectiva de pasar una noche haciendo horas extra en su establecimiento, avisó a un sereno, quien se puso en contacto con la Policía y, a su vez, con una de las camareras del local para que acudieran a auxiliar a su desafortunado jefe. Una ayuda que bien podría valer un aumento de sueldo a final de mes.