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Aurelia Portilla Echagüe | Gaitera

"La gaita me enamoró por una cuestión de sensibilidad y nostalgia"

"Oí a José Ángel Hevia en Argentina y aquel sonido me recordó mi infancia; pese a que ya era abuela, me dije: 'Yo no me muero sin tocarla' "

Aurelia Portilla, en la pérgola de los Campinos. Juan Plaza

Sentadas en una terraza del paseo de Begoña pensé que cualquiera que nos escuchara no entendería nada. La conversación tenía un marcado acento porteño ya que Aurelia, Lela para todos sus allegados, nació y vive en Argentina, pero es una gaitera asturiana. Confieso que tardé en encajar las piezas. Lela es una mujer que pese a su edad conserva un gran atractivo, no se maquilla y parece no frecuentar mucho la peluquería. Es alta, y tiene su gracia cuando pregunta, ¿y vos acá qué hacés? Cuestión de personalidad, como demuestra su trayectoria. Viuda de un juez, asegurar adorar a Asturias.

- Dígame quien es.

-Nací en Buenos Aires (1948), hija única. Soy activa, sociable; vivo rodeada de gente. Muy comunicativa, positiva y alegre. Estoy viuda, tengo tres hijos y cuatro nietos

- ¿Cómo es su vínculo con Asturias?

-Mi padre era de La Felguera, y emigró a Argentina. Yo vine por primera vez a España cuando tenía cuatro años, y un día aquí, en Asturias, escuché una gaita. Me llamó mucho la atención y empecé a pedir a mis padres que me compraran una, pero no me hicieron caso. Y pasaron los años?

- ¿Cómo fue su formación?

-Soy maestra, pero ejercí muy poco tiempo porque me casé muy joven. A los diecinueve años ya tenía un hijo. Mi marido era argentino con un fuerte ascendente italiano. Mi vida era la típica de un ama de casa.

- ¿Se había olvidado de la gaita?

-Totalmente, hasta que llegó a Buenos Aires José Ángel Hevia, el famoso gaitero de Villaviciosa. Yo no lo fui a ver, pero tuve la oportunidad de escucharlo y me recordó aquel sonido maravilloso de la gaita de mi infancia. Pese a que ya era abuela y contaba más de cincuenta años, me dije: No me voy a morir sin tocar la gaita. Así que me fui al Centro Asturiano de Buenos Aires.

- ¿Qué le dijeron?

-Tuve la suerte de encontrar allí a Manolo del Campo, un asturiano de Pría, Llanes, que había llegado a Argentina en 1950 y creó un conjunto de baile titulado "Pelayo". Hablé con él; yo no sabía si era demasiado mayor para empezar a tocar la gaita, y me dijo que no. Total, que me recibieron con los brazos abiertos. Empecé el aprendizaje con una flauta de digitación de gaita, que me prestaron.

- ¿Hay que saber solfeo para tocar la gaita?

-Sí, es preciso leer partituras. Me costó mucho ya que tuve que empezar de cero. Más tarde, en un viaje que hizo Manolo del Campo a España, le encargué una gaita. Se la compró a Vicente Prado, "el Praviano", uno de los mejores constructores de gaitas de Asturias, además de intérprete.

- ¿Quién le daba clases?

-Primero un integrante del grupo, pero luego Manolo del Campo volvió a Asturias a buscar un maestro de gaita. De este modo llegó a Buenos Aires, Flavio Benito para crear una banda de gaitas. Estuvo un tiempo, pero no se quedó; vuelve de vez en cuando para ver cómo va su banda. Yo aprendí mucho de él.

- ¿Fue difícil?

-Sí, la gaita es un instrumento complicado y yo no era joven. Me costó mucho acoplarme a la banda.

- ¿Ha tocado alguna vez aquí?

-No, cuando empecé estaban organizando un viaje a España y yo no estaba preparada aún para tocar en la banda. La próxima vez que vengan, tal vez?

- ¿Qué le enamoró de la gaita?

-Fue una cuestión de sensibilidad y nostalgia. Recordaba que cuando era pequeña, en carnaval todas las niñas nos disfrazábamos, y yo siempre lo hacía de asturiana. Años más tarde, cuando debuté en Buenos Aires vestida de asturiana y tocando en la gaita "Asturias patria querida", sentí una enorme emoción.

- ¿Viaja con frecuencia a España?

-No tanto como quisiera. Acá tengo una prima, Pepa Fernández en cuya casa estoy pasando quince días, pero allá estoy pendiente de Asturias y lo celebro todo; el ocho de septiembre, día de la Santina, el cuatro de diciembre, festividad de Santa Bárbara, patrona de los mineros?

- ¿Sabe bailar nuestros bailes?

-No, sólo bailo la Danza Prima el día de San Juan.

- Sin haber nacido en España, ¿cómo explica su fervor por Asturias?

-En mi familia se vivía un ambiente que podría ser el mismo de aquí. Celebrábamos todo con fabada y arroz con leche, manzanas asadas y jamón, pese a que en Argentina resulta carísimo porque es importado. Pero la sidra nos la prohibió el gobierno, y ya no llega a Argentina.

- ¿Qué le parece la vida en España?

-Admiro la seguridad que disfrutan; allá no se puede dejar el bolso en una silla, como aquí, porque te lo roban. En Argentina hay mucha inseguridad. Pero copiamos mucho la manera de vivir de España. Yo tengo doble nacionalidad.

- ¿Contempla algún sueño?

-Sí, el de seguir teniendo salud para ser abuela y tocar la gaita. Soy la mayor de la banda y me llaman tía. Mi marido siempre me presentaba como gaitera, era muy buena persona y me animaba. No tengo buen oído, pero lo he formado con mucho estudio, dedicación y esfuerzo, de manera que he podido cumplir el sueño de mi vida desde los cuatro años.

- ¿Ensaya en casa?

- Ahora me voy a mudar a un piso y no podré hacerlo. Antes, sí, ya que mi casa era muy grande.

- ¿Cuántas partituras toca?

-Muchas, no sabría decir?

- ¿Le gusta Gijón?

-Sí, es una maravilla, una ciudad preciosa para vivir, con una calidad de vida ideal . Y he observado que no hay baches; Buenos Aires está lleno de ellos. También me gusta mucho Villaviciosa.

- ¿Qué proyectos contempla?

-Me iré de Asturias el próximo día 3 de agosto, pero voy a viajar al Festival Intercéltico de Lorient, en Francia, donde tiene lugar la mayor concentración de gaitas del mundo. Yo acudiré únicamente como espectadora.

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