"Nunca imaginamos algo así". Cristina Álvarez, representante de la Asociación de Vecinos de Ceares y una de las cabezas visibles de las fiestas de Santiago Apóstol celebradas en el barrio, no puede ocultar su alegría. "Desde la organización estamos muy contentos y la gente nos dice que también, está saliendo todo genial", resume.

No en vano, las fiestas de Ceares se están convirtiendo en un referente en las romerías gijonesas, "a base de mucho trabajo", explica Álvarez, para que todos los días, desde el pasado viernes que comenzaron los festejos, hasta hoy que terminan, esté el prau "a reventar". "Todavía no sabemos dónde está el tope", resumen los organizadores, "todos los años nos asustamos de la cantidad de personas que vienen a disfrutar y ayudarnos, pero cada año crece más y más", aseguran.

¿La fórmula? "Si cuidas una fiesta como debes hacerlo, la gente te responde", asevera Álvarez. No en vano, aunque la comisión de festejos la forman media docena de personas, al final son casi una treintena las que arriman el hombro para echar una mano "cada uno en lo que buenamente pueda".

Un ejemplo de que las cosas se están haciendo bien, es la respuesta que reciben del público, que en la tarde de ayer se reunió en una gran corderada que reunió a más de un centenar de personas. Y como cada año, con sorpresa. "Siempre suelo guardarme algún as en la manga, en esta ocasión, una actuación de mariachis después de la comida", resume Álvarez.

Desde que en 2004 recuperasen la celebración, el crecimiento es constante, y para eso suelen echar mucho la vista atrás, a la cultura asturiana y el origen de sus celebraciones. "Queremos mantener la tradición de las fiestas de prau de toda la vida", explicita Álvarez, "con gente de todas las edades, con actividades y repertorios para todos los públicos" pero, sobre todo, con una idea fija: "hacer las cosas bien".

Por ello, desde la primera edición, se cumplen a rajatabla las normativas municipales. "Tenemos todos los seguros pertinentes y asumimos la normativa vigente", analizan desde la comisión de festejos, "la gente tiene asumida la hora de cierre y nunca se protesta, no hay problemas", sintetizan en relación a los cierres prematuros de algunas verbenas veraniegas en la ciudad. Todo ello para ir, poco a poco, convirtiéndose en una de las fiestas de prau con mayor crecimiento de la ciudad y, quien sabe, si poder llegar a convertirse en la romería de referencia en Gijón. "Ojalá, seguiremos trabajando para ello mientras las fiestas aguanten y los vecinos también", sentencia Álvarez.

Antes, hoy mismo, se pondrá punto final a las fiestas con el día del socio en el que se celebrará una jira campestre donde se repartirá el tradicional bollo, un concurso de empanadas. y una verbena con degustación gratuita de sangría. Un final, a la altura de una fiesta que no se vislumbra hasta dónde puede crecer.