Un suelo que muestra una capacidad especial para atrapar la suciedad, cables colgando en techo y fachadas interiores, maquinaria interrumpiendo el paso de los viandantes y "acompañando" las tertulias de quienes están en las terrazas hosteleras, operarios que repasan una y otra vez las mismas losas, unos maceteros que parecen estorbar más que decorar y poner un punto verde al entorno, charquitos de agua en la acera... Esa es la realidad de este verano de 2017 para los vecinos, hosteleros, comerciantes o simples paseantes de los soportales más populares de Gijón. Los mismos que llevaban años esperando la rehabilitación de Marqués de San Esteban como una de las calles más singulares, y al tiempo, más abandonada del centro urbano.

Los operarios siguen trabajando pero el resultado final que ya se vislumbra no para de recibir críticas. Y entre las más irónicas las de quienes insinúan que la calle estaba mejor antes de esta obra que ahora.

Desde luego, nadie parece encontrar en la reformada calle la recuperación del espíritu parisino del vial que era el objetivo de "Unknow pleasures", el proyecto con el que el arquitecto Pedro Mier Moral y el ingeniero de caminos Ricardo Solar Vegas ganaron a finales de 2013 el concurso de ideas impulsado desde el Ayuntamiento de Gijón. Su meta era una reforma sin grandes obras pero "vistosa" que recuperase la "majestuosidad parisina" de una calle que se abrió a finales del siglo XIX simulando la rue Rivolí de París como gran eje comercial del corazón de la capital gala.

El jurado, presidido por la entonces concejala de Urbanismo de Foro, Lucía García Serrano, eligió este proyecto por "la limpieza y calidad formal de las soluciones proponiendo el tratamiento unificador de suelos y pavimentos y ampliando la zona peatonal al exterior del soportal, generando una nueva envolvente de costillas de traza orgánica que integra la iluminación creando una agradable atmósfera". La única pega que se puso a la propuesta ganadora tenía que ver con la opción de eliminar uno de los carriles de circulación para potenciar el carácter peatonal de la calle. Esa parte de la propuesta se descartó desde un primer momento por las complicaciones que generaría en el tráfico de toda la ciudad. Tampoco pasó los filtros iniciales de la polémica vecinal la idea de quitar toda una línea de estacionamiento que hacía perder 80 plazas en una zona centro cada vez más complicada para el aparcamiento por los continuados procesos de peatonalización y semipeatonalización de calles.

Más allá de las cuestiones de tráfico, ¿cuales eran las ideas básicas de "Unknown pleasures"? Pues según contaban sus creadores se trataba de poner un nuevo pavimento continuo de granito u hormigón de acabado noble similar al de ciudades como Nueva York o París, generar un techo suspendido formado por una sucesión de "costillas", potenciar la iluminación para invitar al paseo, colocar un mobiliario urbano de diseño exclusivo para la calle y con iluminación inferior, panelar la fachada interior de bajos y entresuelos con una estructura modular, elaborar un diseño uniforme para la cartelería de comercios y negocios hosteleros... Muchas de esas ideas se fueron cayendo por el camino. No así el color rojo de la techumbre, que ya se podía ver en la infografía presentada al concurso y que está generando reacciones contrarías entre los viandantes.

Al malestar de los vecinos por la diferencia entre lo imaginado y lo visto se suman los casi cuatro años de espera y operaciones fallidas. No hay que olvidar que ya hubo una primera licitación de la obra en noviembre de 2014. Impuestos incluidos la reforma costaba 727.000 euros y se terminaba en cinco meses. Algo que no ocurrió porque los problemas de la firma adjudicataria para hacer otras calles de la ciudad llevaron al Ayuntamiento a optar por la resolución del contrato. Mecuma se llevó una indemnización de 13.976 euros.

Visto lo visto se optó por rehacer el proyecto para incluir unas mejoras que elevaron su coste a (impuestos incluidos) un millón de euros y volver a licitar la obra. OHL se hizo con el contrato en octubre del año pasado por 732.404 euros a los que hay que añadir 153.804 de impuestos. Las obras comenzaron en enero con un plazo inicial de cinco meses y las complicaciones de varios cortes de tráfico. La Junta de Gobierno les dio una ampliación de un mes, como desveló el PSOE tras estudiar el expediente de contratación. Es agosto, y los operarios siguen trabajando.