En el verano de 1967 (concretamente el 15 de agosto de hace casi medio siglo), Gijón se preparaba para asistir a la inauguración de una pieza singular que daría prestancia y ornato a la villa en una de sus plazas más señeras, la del Seis de Agosto, que albergaba, como ahora, la estatua en bronce de Gaspar Melchor de Jovellanos desde el día 6 de agosto de 1891.
Era el asunto la puesta en funcionamiento de una fuente luminosa que había encargado el Ayuntamiento a Carlos Buigas Sans (Barcelona, 1898-Sardañola del Vallés, 1979), el ingeniero que había diseñado la llamada Fuente Mágica de Montjuic con ocasión de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, una obra que aún luce con todo su esplendor en la Ciudad Condal.
No pudo ser. Problemas técnicos obligaron a posponer la inauguración desde la jornada central de la Semana Grande de hace cincuenta años a una efeméride de los tiempos franquistas en la villa: el 21 de octubre, fecha del año 1937 de la toma del Gijón republicano por las tropas nacionales en la Guerra Civil.
Así fue. Y el 22 de octubre de 1967 (domingo) el diario local "Voluntad" daba cuenta del hecho con una fotonoticia en su primera: "Al fin quedó inaugurada oficialmente la fuente luminosa de la plaza del 6 de Agosto. Después de las pruebas realizadas anteriormente, ayer se puso en marcha, con asistencia de las autoridades, y en presencia de millares de gijoneses, que disfrutaron del maravilloso espectáculo de la fuente con su sintonía de luz, agua y color".
Pero el encargo de una fuente luminosa desde el Ayuntamiento hay que entenderlo dentro de la realidad socioeconómica de la década de los años sesenta, los del desarrollismo, y del interés en convertir a Gijón en una gran ciudad.
Son los tiempos en que los más optimistas llegaron a afirmar que en el año 2000 la villa podría tener una población de medio millón de habitantes gracias, en buena medida, a la construcción de la planta fabril de la Unión de Siderúrgicas Asturianas, S. A. (Uninsa). Hace medio siglo avanzaban a buen ritmo las obras de explanación de los terrenos donde se levantaría la planta siderúrgica.
Aquella fiebre "desarrollista" llevaba a escribir textos como el que sigue, publicado el 15 de agosto de 1968 en el "suplemento extraordinaria de Begoña" de "Voluntad": "De repente se ha producido el cambio, y cambio sensacional. En el transcurso de un par de años la transformación es sorprendente. Las viejas casuchas y aún edificaciones de mayor relieve son derribadas para dar paso a manzanas soberbias. Los solares que eran depósitos de basuras o las huertas arenosas se convierten de la noche a la mañana en casas de doce y catorce pisos. Callejas tristes y mal alineadas toman el aspecto de calles decentes". Pero la piqueta se llevó también por delante un buen número de ejemplos de la mejor arquitectura local.
Un suplemento, el citado, bien surtido de anuncios de edificios de nueva construcción frente a la playa de San Lorenzo, sobre el parque de Isabel la Católica, en la calle de Magnus Blikstad, en la de Langreo, en la de Álvarez Garaya, en el barrio de La Arena... Edificios, por lo general, enormes y de una altura que, en el caso de los de la avenida de Rufo García Rendueles, convirtieron el "skyline" playero en un paredón que da sombra casi permanentemente al Muro y al principal arenal gijonés desde entonces.
También fue hace medio siglo cuando se acometió "la obra urbanística del año", en titular de "Voluntad" del citado suplemento extraordinario: la prolongación del Muro desde Casablanca (nombre de un merendero que estaba ubicado en el Mayán de Tierra) hasta El Rinconín. "Con esta realización la playa cuenta con tres kilómetros y medio de balaustrada" (contando desde el Campo Valdés), publicó "Voluntad" el 15 de agosto de 1968.
Tiempos de expansión urbana y gran negocio inmobiliario, en los que se abordaba también, en las páginas de los diarios, la problemática urbanística de la ciudad. Por ejemplo, en el mencionado suplemento veraniego de "Voluntad" se puede leer un artículo firmado por Luis García Peláez que es premonitorio sobre lo que sucedió en Gijón varias décadas después con el último planeamiento que fue suspendido por los jueces.
Escribía García Peláez sobre lo aconsejable que era que la trama urbana se extendiera aún más:"Así entraríamos en las áreas rurales donde es posible pensar en barrios-jardín adecuados al tipo específico de la población de Gijón, que, no olvidemos, es en su ochenta por ciento laboral". Hablaba el articulista de "viviendas en bloque, pero de dos a tres plantas, con amplios espacios verdes, zonas escolares y deportivas, centros comerciales y sociales. Aglomeraciones donde se disfrute, no se padezca la convivencia".
Pero volvamos a la plaza del Seis de Agosto en la noche del sábado 21 de octubre de 1967. La fuente luminosa disponía "de una potencia de 43 caballos de vapor para accionar los juegos de agua y de 100 kilovatios para los juegos de luz. La instalación contaba con una programación automática de juegos de agua y luz (seis básicos con transformaciones a 20 combinaciones) y una duración del ciclo de veinte minutos" (Francisco Javier Granda en el libro editado por el Ayuntamiento "La obra pública municipal en Gijón (1782-2006)").
Apretó el botón para poner en funcionamiento la también llamada fuente monumental, a las ocho de la noche, Carlos Méndez Cuervo, entonces primer teniente de alcalde de la corporación municipal que presidía Ignacio Bertrand. Al año siguiente Carlos Méndez Cuervo sería nombrado presidente del Real Sporting, cargo en el que estuvo hasta 1973.
En cuanto a la fuente monumental luminosa de Buigas no tuvo mucha suerte. A finales de los años ochenta fue derribada y en el subsuelo de la plaza se construyó un estacionamiento subterráneo de vehículos. El agua de colores sigue, a veces, en la fuente de la plaza del Carmen, que data del año 1970.
