En el Botánico, el "sitio hermoso" que conoció el año pasado, y de cuyo escenario se encaprichó como para pedir que le hicieran un hueco en la programación de este año. En el Jardín Atlántico gijonés fue donde ayer se oyó la versión más íntima de Coti Sorokin (Rosario, Argentina, 1973), un medio español-medio argentino que anda recorriendo España con sus "Cercanías y confidencias".

Tan cercano que el cantautor no paró de hablar, de contar historias a un auditorio fiel que completó las 500 localidades disponibles en semejante entorno natural.

Acompañado de un bandoneón, un instrumento que es como una queja, Coti habla de Argentina y del tango, de la morriña. Dice que toda Argentina "ha bajado de un barco". Y que es un país que tiene mucho que ver con Asturias y con Alemania, que es de donde llegó el bandoneón a su país. El instrumento que acarició con mesura se lo regaló su padre y, cuenta, es la primera vez que lo saca de gira. Y entonces suena el "Caminito" de Gardel. Y un mix de tangos muy reconocibles.

Del bandoneón pasa a la guitarra, el instrumento con el que comenzó su carrera musical. Explica que sus "superheroes" fueron Serrat y Silvio Rodríguez. Y suena " Tu gloria" a guitarra y armónica. Muy acústico, muy tipo Dylan.

El público escucha ensimismado, mientras Coti cuenta historias y canta, todo muy cercano, muy de salón de casa. La sucesión de canciones se alarga hasta una veintena: "Diamante", "Cincuenta horas", "París de tu mano"...

Se toma incluso una copa de vino sobre el escenario y pide que el público se ponga cómodo y tome lo que quiera. Los asistentes le aplauden y le anima a contar más historias, como cuando relata su llegada a Madrid, en 2003, o como conoció a Julieta Venegas, con la que compuso "Andar conmigo", que el público, al sonar los primeros acordes, ya corea.

Las ovaciones se suceden mientras Coti sigue haciendo repaso, como en un almanaque, de los tópicos argentinos: Messi, Maradona, el Papa Francisco, el dulce de leche, la afición porteña al piropo... Y los asistentes, en el bolsillo del cantante, entregados a su causa.

"Canta luz de día", "Igual que ayer" e incluso versiona el "Jelous Guy" de Lennon, "que me enseñó a amar las canciones sin entenderlas". Y se pasa al piano, en este íntimo recorrido por su vida musical y por la de los instrumentos que le han marcado. Suenan "antes que ver", "Donde están", "Color esperanza"...

Con "Nada fue un error", "Nueces", "Canción de adiós" puso punto y final a un concierto que va a ser, sin duda, uno de los más recordados de esta Semana Grande.