La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CARMEN FERNÁNDEZ OCHOA | Catedrática de Arqueología y arqueóloga

"Ante un descubrimiento yo no grito, me quedo pasmada; la reacción es después"

"Dicen que los profesores pasamos por tres fases: Sancho el Bravo, Sancho el Fuerte y Sancho Panza; yo soy una docente exigente"

Carmen Fernández Ochoa, en la plaza del Parchís. MARCOS LEÓN

Es mucho lo que Gijón le debe, al haber sacado de sus entrañas buena parte de su historia. Una gratitud que es recíproca; Carmen Fernández Ochoa aun disfruta recordando sus descubrimientos.

- Dígame quién es.

-Nací en Navia (1948), menor de tres hermanas; una es historiadora. Creo que soy sociable, seria, trabajadora, disciplinada y realista; las cosas se pueden hacer. Llevo 42 años de docente y ya tengo discípulos que son catedráticos. No tengo ganas de jubilarme, pero me incitan a solicitar ser emérita. Estoy soltera.

- ¿Cómo fue su infancia?

-Relativamente feliz, ya que mi padre murió cuando yo tenía tres años. Hice el Bachiller en el internado de las Dominicas de Oviedo, la carrera en su Universidad y la especialización en Arqueología en la Universidad de Santiago. Mi padre decía que la gente de Navia se moría en las cinco horas para llegar a Oviedo, así que montó un sistema para operar en Navia; era muy rudimentario, pero salvó vidas.

- ¿Cuándo descubrió su vocación?

-Al terminar Preu dudaba entre Medicina o Letras, pero me metí en Historia por el latín y la cultura romana. En tercero de carrera, supe que Sánchez Albornoz había dicho que hacía falta estudiar la romanización de Asturias. Eso me animó.

- ¿Qué le interesan más, las piedras o la docencia?

-Para mí son un matrimonio inseparable; me gustan las dos cosas.

- ¿Las piedras hablan?

-Sí, muchísimo.

- ¿Y qué dicen?

-Te cuentan la vida de su pasado. Lo que ocurre es que nunca van solas, sino acompañadas de mucha información y hay que desentrañar ese vivir. Es como establecer un diálogo entre el pasado y el presente. La Arqueología es una pasión. Pero necesita mucho dinero, mucho apoyo político.

- ¿Cómo son las piedras romanas?

-Monumentales. A través de la Arqueología parecen querer decir: Aquí estoy yo. Trasmiten poder.

- ¿Es una ciencia exacta, la Arqueología?

-No, ninguna lo es. Es una ciencia que permite saber con más precisión aspectos definidos en el ámbito de las letras. Hay una frontera entre las ciencias y las letras.

- ¿Cuál ha sido el descubrimie nto que la llenó de emoción?

-En Gijón he vivido muchas emociones, la primera cuando descubrí la Muralla. Era alcalde José Manuel Palacio. Estaban tirando unas casitas en Cimadevilla que eran del siglo XVI, para construir unos apartamentos. Se atascó la excavadora, rompiendo la pala. Me llamó Isidoro Cortina, vine, excavé y vi que era una muralla de la época tardo romana. De 1981 hasta 1995 trabajé en ella. Y salió la inscripción dedicada, donde hace referencia a los cilúrnigos, nuestros ancestros.

- ¿Y la Villa Romana de Veranes?

-Se conocía desde 1917, pero nosotros la sacamos. Estaba debajo de un cementerio. Donde haya restos romanos yo voy. Llevo muchos años excavando en una ciudad romana cerca de Ciudad Real, se llama Sisapo y se identifica con Almadén.

- ¿Dónde está el mayor filón de la Historia?

-En Grecia; fueron los más grandes. Los romanos sintetizaron la cultura griega y la oriental, al mismo tiempo que crearon su propio lenguaje cultural, y a eso se suma el Cristianismo. Nosotros somos descendientes de la cultura socrático-cristiana.

- ¿Qué conclusiones ha sacado del Gijón romano?

-Era un pueblo de tipo medio, que tenía dos funciones: ser centro de la civitas y controlar el puerto. Tenía gran importancia por sus comunicaciones marítimas, era el final de la Ruta de la Plata, y se encargaba de la organización administrativa. En total ocupaba sólo siete hectáreas. El señor de Veranes sería el más rico, así apunta su sede.

- ¿Qué pasó con la lápida dedicada a Augusto, de Joaquín Manzanares?

-La tiene la familia; es la pieza más importante.

- ¿Quién ha sido su maestro?

-Alberto Balil, catedrático de la universidad de Santiago y Valladolid. Era romanista.

- ¿Qué más le gusta, aparte de la Arqueología?

-El cine y la poesía. Sobre todo el cine americano y el francés. Me interesan ciertas películas de Almodóvar por su originalidad. En la poesía me quedo con toda la Generación del 27, y con Antonio Gamoneda, Ángel González y Blas de Otero.

- ¿Grita, ante un descubrimiento?

-No, me quedo pasmada; la reacción es después.

- ¿Qué, no puede soportar?

-La mentira y la injusticia. Tergiversar la verdad tanto en el terrero científico como humano.

- Como docente, ¿es usted un hueso?

-No, soy exigente. Dicen que los profesores pasamos por tres fases: Sancho el Bravo, Sancho el Fuerte, y Sancho Panza. Pienso que la formación de la Universidad de hoy es inferior y el nivel de exigencia también. Veo cómo salían los chicos de antes y cómo salen los de ahora, y éstos no saben escribir ni redactar.

- ¿Siente gratitud por alguien?

-Sí, por el alcalde Tini Areces. Fue fundamental en el proceso arqueológico de Gijón, en los avances de su estudio.

- ¿Tiene algo que ver con Severo Ochoa?

-Sí, era primo de mi madre. Iba siempre a ver a mi abuela, jugaban a las cartas y ella le hacía trampas. La familia estamos muy orgullosos de él.

Compartir el artículo

stats