A los pies de la Virgen de Begoña se depositaban ayer arena de las playas de Gijón y agua de su mar Cantábrico junto con el recuerdo de aquel mensaje de la madre Teresa de Calcuta advirtiendo que "a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota". No fueron las únicas ofrendas de Gijón y los gijoneses a su patrona en el día grande de las fiestas y ante el altar de la parroquia de Nuestra Señora de Begoña, donde ejercían como anfitriones los padres carmelitas. También se le ofrecieron a la Virgen de Begoña pan y vino, flores, la bandera de Gijón, los bailes del grupo folklórico "Xiringüelu" y las voces de la coral "Costa Verde".

Todo en una misa solemne con la participación de decenas de feligreses y la presencia de autoridades civiles y militares. El gobierno forista estuvo representado por la alcaldesa, Carmen Moriyón, y los ediles Fernando Couto, Esteban Aparicio y Manuel Ángel Arrieta. A su lado los concejales populares Mariano Marín y Sofía Cosmen. Aunque el invitado especial fue el padre David Jiménez, superior de la comunidad carmelita de Ávila. Sus primeras palabras ante los asistentes a la misa fueron para reconocer haber cometido un pecado grande en su vida. "Hasta hace tres días yo no conocía Gijón. Gracias a la Virgen de Begoña he conocido vuestra ciudad", confesó.

Pero ya absuelto de su pecado, y recordando que la celebración religiosa se enmarcaba en la Semana Grande de Gijón, el padre David se centró en reflexionar sobre la verdadera grandeza de los hombres y de las ciudades. "¿Qué hace grande a una ciudad' ¿La hacen grande los habitantes que tiene? ¿La hacen grande unos lugares tan hermosos como sus playas? ¿La hace grande su riqueza? Una ciudad es grande si sabe estar al servicio de los demás y no se muestra impasible ante sus necesidades", explicó antes de hacer su petición: "Que la Virgen de Begoña cuide, proteja y mime a Gijón y haga de vosotros gente servicial, acogedora y que sepa compartir y darse a los demás".

A los gijoneses les animó el religioso abulense a pedir a María que "nos enseñe a vivir como ella", a acometer el ejercicio de pensar cada día sobre "las cosas grandes que Dios ha hecho en nuestra vida" y, sobre todo, a luchar para "ser capaces de salir de nosotros mismos y ocuparnos de los otros, de los más desfavorecidos. Ese es el espíritu de María y no una vida apoltronada y egoísta".

El encuentro religioso comenzó con música y con música fueron saliendo del templo los fieles para seguir en el paseo de Begoña una actuación de bailes folklóricos. Aunque antes de partir todos hicieron coros al padre Fidel Gil para gritar "Viva la Virgen de Begoña. Puxa Xixón".