Los hijos de Antonio Sánchez Módejar, Antuan, el nadador fallecido tras competir en el mundial de veteranos de Budapest, leyeron una carta de despedida a su padre tras la celebración de la misa en su recuerdo. Este es el relato de las enseñanzas que aprendieron de Antuan:

De niños nunca vimos a mi padre nadar. Alguna pequeña carrera con mis primos en Becerril de la Sierra o aquella vez en el Algarbe cuando perdimos la colchoneta con forma de cocodrilo que se llevó la corriente. Antuan decidió entrar en el agua, con paso decidido. Comenzó a nadar hasta que lo perdimos de vista. Al cabo de unos minutos volvió a aparecer dando fuertes brazadas y arrastrando hasta la orilla la colchoneta perdida mientras todos gritábamos de alegría. En esos detalles percibíamos que, en otro tiempo, nuestro padre había sido un gran campeón.

Durante tu vida nos enseñaste muchas cosas. Quizás, aquella en la que más insistías era que debíamos terminar todo lo que empezábamos, hasta el final. Y así lo hicimos. Terminamos nuestros estudios y encontramos trabajo. Así que misión cumplida, ya podías dedicarte a lo que querías. Volviste a nadar. En el Grupo, tu club de la infancia.

Arropado por sus compañeros, pronto el viejo campeón volvió a brillar. Trofeos, récords, campeonatos. Nada podía pararte. Llegaste al campeonato del mundo, a Budapest. Te fuiste a nadar al otro extremo de Europa y no volviste. En la carrera de 100 metros espalda ibas bien pero, de pronto, algo falló. El ritmo se ralentizó, te costaba bracear y seguiste hasta el final como nos habías enseñado. Al límite de tus fuerzas tocaste la pared. Llegaste a meta noveno, ¡noveno del mundo! Cuando de pronto tu luz se apagó dejándonos huérfanos a todos demasiado pronto. ¿Por qué tan pronto? Tal vez, el Señor te llamó de su lado ansioso porque quería tenerte cerca para saber cómo nadan los ángeles.

Gracias por ser nuestro ángel, el de tu mujer Ana, el de tu madre Nati, el de tu nieto Miguel. El de todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerte. Hoy en la tierra hay un hombre menos pero en el cielo hay un ángel más que no vuela sino nada dando fuertes brazadas por siempre y jamás. Adiós papá, adiós Antuan.