"En la tierra hay un hombre menos pero en el cielo hay un ángel más que no vuela sino nada dando fuertes brazadas por siempre y jamás". Con estas palabras despidieron ayer sus hijos a Antonio Sánchez Mondéjar, Antuan, el nadador del Real Grupo de Cultura Covadonga fallecido a los 65 años después de competir en la carrera de 100 metros espalda del Campeonato del Mundo de veteranos que se celebró en Budapest el pasado 22 de agosto. Fue este el momento más emocionante de la misa de despedida en su honor, alrededor de sus cenizas, que se tributó ayer al nadador en una abarrotada parroquia de San Antonio de Padua, los Capuchinos.

Después de la homilía, oficiada por el párroco capuchino Benjamín Serrano en compañía de Fernando Fueyo, tomaron la palabra los hijos del nadador fallecido, Ana, Álvaro y Antonio, quien habló en representación de todos para recordar las vivencias junto a su padre, sus enseñanzas y su legado. "De niños nunca vimos a mi padre nadar", confesó el hermano mayor de inicio. Si acaso, reconoció, "alguna pequeña carrera con mis primos en Becerril de la Sierra o una vez, de vacaciones en el Algarbe", cuando perdieron la colchoneta con forma de cocodrilo por la corriente, y su padre no dudó en zambullirse para recuperarla. "En esos detalles percibíamos que, en otro tiempo, nuestro padre había sido un gran campeón", expresó su hijo con voz templada y firme.

El emotivo relato prosiguió desvelando a los presentes cómo su padre decidió volver al agua. Antuan volvió a nadar una vez sus hijos concluyeron sus estudios y encontraron un trabajo. Su padre siempre les insistió "en que debíamos terminar todo lo que empezábamos". Entonces, "el viejo campeón volvió a brillar: trofeos, récords, campeonatos, nada podía pararte", aseguró el primogénito antes de hablar de la última cita.

Sucedió en la carrera de 100 metros espalda en el mundial de veteranos de Budapest. "Ibas bien pero, de pronto, algo falló. El ritmo se ralentizó, te costaba bracear y seguiste hasta el final como nos habías enseñado. Al límite de tus fuerzas tocaste la pared. Llegaste a meta noveno, ¡noveno del mundo!", relató su hijo. Fue entonces cuando "de pronto tu luz se apagó dejándonos huérfanos a todos demasiado pronto".

A la repentina muerte de Antonio Sánchez Mondéjar encontraron una explicación sus hijos. "El Señor te llamó a su lado ansioso porque quería tenerte cerca para saber cómo nadan los ángeles", aseguraron poco antes de un emotivo aplauso y el himno de Covadonga con el que se despidió al veterano nadador grupista.