Los índices de suicidio en Asturias son los más altos de toda España. Gijón no es una excepción, según los datos del Área Sanitaria V de 2015 relativos a las causas de morbilidad y mortalidad los datos de suicidio y lesiones autoinflingidas, 43 casos, cuadruplicaron a las muertes por accidentes de tráfico de vehículos de motor, con 13 víctimas. Peor es el dato que estima que el suicidio es la principal causa de muerte en el rango de edad entre los 15 y 39 años. Pese a esta realidad el suicidio sigue siendo un tema tabú en la sociedad y en los medios de comunicación, una directriz que no comparten los médicos psiquiatras, expertos en el tratamiento de estos pacientes, que priorizan analizar el problema al temor del denominado efecto llamada que rige que hablar del suicidio incita a nuevos casos.

"El efecto llamada es una proposición antigua que explica muy poco el fenómeno del suicidio porque la mayor parte de los casos no tienen nada que ver con el efecto llamada sino con trastornos mentales y del comportamiento", defiende Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo. En consecuencia, y respecto a la incitación a la réplica, Bobes sentencia que "tiene muy poca importancia, proporcionalmente, para lo que puede aportar en positivo hablar de ello" como es facilitar y promover el acceso a los sistemas sanitarios o identificar los sitios de ayuda existente, es decir, "una labor de prevención". Para ello "hay que contar con los medios porque es importante que una persona que esté desesperada o en una situación crítica sepa cómo y dónde puede encontrar ayuda; tenerla bien informada es fundamental", valora Bobes.

En la misma línea, siempre que la información evite el morbo, se muestra Juanjo Fernández Miranda. "Se debe dar información, transmitir mensajes de que el suicidio se puede prevenir y ayudar a las personas", sostiene este psiquiatra que durante José Fernández Miranda con dos siete años realizó un estudio -presentado el año pasado- en el que analizó el comportamiento de 200 pacientes del Centro de Tratamiento Integral Montevil, dependiente de la red de salud mental del Sespa. Gracias al programa de prevención, en siete años, sólo se registraron 4 casos en 200 personas, es decir, un 2%, mientras que los indicadores generales hablan de un porcentaje del 10%.

Pero la información sobre suicidios debe ser minuciosa y al margen del morbo. "No es recomendable hacer hincapié en el método del suicidio ni tampoco el sitio, tampoco hay que dramatizar la situación porque si se incide mucho en los detalles sí puede darse el efecto llamada, más si el personaje es famoso", apunta Fernández Miranda que considera que "no se puede evitar hablar de algo que produce más muertes que los accidentes de tráfico". Aunque hay que tener cuidado en el modo de hacerlo. "Hay que aprovechar esas noticias, cuando hay un suicidio, para dar información sobre dónde puede la gente recibir ayuda en lugar de detalles morbosos", incluye en su valoración y ve con buenos ojos la campaña promovida desde el Teléfono de la Esperanza que celebrará en Gijón el Día mundial de prevención del suicidio con actividades donde se hable del tema.

Esta iniciativa también la valora positivamente el psiquiatra gijonés Marcos Huerta. "Quien piense que el Teléfono de la Esperanza, por sacar un autobús a la calle y tratar de concienciar a la sociedad sobre el problema, va a causar un efecto llamada es que está en una sociedad distinta a la que vivimos", afirma. "Todo lo que sea sacar a la luz un problema que existe, que es real, no tiene por qué ser negativo hay que visibilizarlo", concluye Huerta.