La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LUCÍA RODRÍGUEZ OLAY | DOCENTE, NOMINADA AL PRESTIGIOSO PREMIO INTERNACIONAL "GLOBAL TEACHER PRIZE"

La profesora que hace bailar a la Inmaculada

Sus clases de Lengua y Literatura son una inspiración en el centro: igual enseña con música que con programas de TV

La profesora que hace bailar a la Inmaculada

San Ignacio de Loyola dejó dicho que la rama educativa de la Compañía de Jesús debía tener como objetivo que cuando los alumnos volviesen a casa no sólo volviesen más doctos sino que convertidos en mejores personas. El fundador de los jesuitas pensaba, entre otros muchos, en Lucía Rodríguez Olay (Gijón, 1974) a quien sus alumnos, compañeros y familias han promovido a su nominación al prestigioso premio internacional "Global Teacher Prize", casi tanto como el Nobel de la enseñanza, dotado con un millón de dólares para el docente más especial del mundo. Esto supone que esta profesora de Lengua y Literatura en el colegio de la Inmaculada empiece el curso con una doble motivación pues también está postulada al Premio ABANCA como Mejor Docente de España 2017, igualmente a instancias de sus excolegiales.

Quienes conocen a Lucía Rodríguez Olay confirman que necesitaría días de 30 horas. Y aún así se le quedarían cortos. Sus deseos de aprendizaje continuo y formación constante se funden con una gran actividad y una menta abierta siempre a emprender nuevos proyectos y organización de eventos. Es una entusiasta de la educación, una vocación elevada a la enésima potencia. Disfruta de cada clase y, como ella misma dice, ve el aula como un refugio, "un sitio agradable" donde siente "pasión por transmitir mi vocación a mis alumnos".

Así lleva 19 años de docencia, inasequible al desaliento y renovándose cada día para ofrecer lo mejor a sus pupilos. Con estos ingredientes sus alumnos no sólo salen sabiendo de sintaxis o de lírica y narrativa, también adquieren armas para enfrentarse al futuro. Enseñar las figuras literarias con canciones para jóvenes ya dice mucho de ella.

Sus compañeros de claustro atestiguan que tiene un don para motivar a sus alumnos, aunque también se lo curra a diario. Siempre está innovando, buscando nuevas maneras de que los chicos aprendan pues tiene meridianamente claro que no se puede educar como hacía años. Su sapiencia en metacognición, su título de experta en coaching educativo y en inteligencia emocional lo pone al servicio de sus protegidos. Y esas dotes hacen emanar el interés por la Lengua y la Literatura. Lo saben sus colegas, lo perciben las familias y lo disfrutan "sus clientes". Tal es su confianza que recientemente fue nombrada coordinadora del equipo de "Pedagogía ignaciana e innovación" de los colegios de la Compañía de Jesús de la zona Centro Noroeste, que incluye Asturias, Galicia, Castilla y León y Madrid. "Educar es volver a aprender" es la frase que mejor define a esta profesora que da todo lo que tiene, comprensión y empatía incluidas, a los alumnos.

Es de letras puras "por convicción y vocación". Lucía Rodríguez Olay se licenció en Filología hispánica por la Universidad de Oviedo, adonde ha vuelto como profesora asociada, a la facultad de Magisterio, para ponerse al frente de la asignatura "Didáctica de la lengua". Antonio Gala fue siempre su pasión aunque poco a poco ha ido desencantándose y optando por textos más modernos. Ahora le tiran firmas como Almudena Grandes o García Montero.

Disfrutó en tercero de carrera de una beca Erasmus que la llevó a Italia, un país que la tiene enamorada, pero de la Italia del sur, de Roma para abajo, "la esencia misma italiana", sostiene siempre. Después de varias décadas mantiene intactas las relaciones con los amigos que allí encontró, en L'Aquila, la ciudad del Abruzzo, la que padeció el terremoto. Por ello sabe italiano pero también francés e inglés. Además de leer y estudiar a Lucía le encantan los idiomas y viajar.

Desde joven escuchó la llamada de la enseñanza y comenzó a dar sus pasos en el colegio Nazaret, en Oviedo. Pero pronto volvió a casa y sólo un año después, en 2000, ingresó en el colegio Inmaculada de Gijón, del que es antigua alumna. Cosecha del 92. Fue directora de Secundaria durante más de un lustro e impulsora de la creación de los "Ecuentros de las Artes y las Ciencias", una actividad pionera y bianual cargada de conferencias y charlas sobre arte, música y cultura, entre otros temas, y un diario "Avuelapluma" diario durante la semana de actividades, escrito por los colegiales. Pero no sólo protagoniza buenos momentos en el aula y en lo académico. A ella también le gusta la jarana y siempre lo da todo en las fiestas colegiales, tanto ayudando a sus alumnos a crear la coreografía como bailando. Su dueto con Carlos Baute disfrazada de Marta Sánchez tardará en borrarse de la historia de la "Cancha roja".

Sus bailes y cánticos en las fiestas de la Inmaculada es prueba inequívoca de que Lucía Rodríguez, también es perita grafóloga, tiene vida más allá de los libros y exámenes. La comparte desde hace más de veinte años con su marido Roberto Huerta. Junto a él impulso "Verbum consulting", una plataforma enfocada a formar profesionales en el ámbito de la palabra. Irene y Juan, sus hijos, son su mayor tesoro. También sus amigos, de los que le gusta rodearse y por eso no es raro que en su casa se improvisen y organicen fiestas o saraos de todo tipo.

Tiene una fuerza de voluntad encomiable. Incluso, para romper barreras con sus alumnos, padece programas como "Hombres y mujeres y viceversa" o "Gran Hermano" porque sus chicos los ven y hacen alusiones a ello en sus clases. Así se asegura estar cerca de la perspectiva de adolescentes de entre 15 y 18 años. "Quisiera creer que a quien pasa por mi clase, de alguna manera, le dejo un buen recuerdo y que, cuando pasa el tiempo, se acuerden de las clases", comentó un día Lucía. Eso para ella vale más que cualquier premio. Y de verdad que se nota.

Compartir el artículo

stats