Si el aumento de los tráficos por el Puerto gijonés, debido a la recuperación económica, es relevante para su futuro, más lo ha sido la reestructuración de la deuda que se ha acabado de negociar este año y que ha supuesto un balón de oxígeno para El Musel. De las pérdidas millonarias en los últimos años por los costes financieros y la amortización de la obra de ampliación de El Musel se pasó a volver a los beneficios. Este año se cerrará con más de 7 millones de superávit.

Incluso en los años con números rojos, el resultado de explotación del Puerto fue positivo, entre otras cosas por la reducción de los gastos de explotación que pasaron de 13,64 millones de euros en 2007 a 7,32 millones en 2016, lo que supone un recorte del 46%. El lastre de las cuentas derivaba de la deuda para hacer frente a la obra de ampliación y de la contabilización de las amortizaciones. La previsión cuando se proyectó la ampliación era que se costeara con la actividad que se iba a generar en los nuevos muelles, pero las expectativas no se han cumplido por el momento.

La renegociación de la deuda que remató este año Lourido supondrá que los gastos financieros en 2017 serán de 4,98 millones de euros, mientras que entre 2008 y 2016 habían oscilado entre el doble y el triple de esa cantidad, llegando en 2011 a 16,86 millones de euros.