La peluquería puede ser un entorno hostil para algunos niños. Y más si tienen autismo, un trastorno neurológico que les genera dificultades en el desarrollo del lenguaje, la comunicación o la interacción con otras personas. Un niño autista, que en ocasiones también tiene incluso hipersensibilidad al tacto y no le gusta mucho que le toquen, puede convertir la visita al peluquero "en un calvario tanto para sí mismo, como para su familia o el profesional que le atiende", según indican algunos expertos.

Pero ese calvario puede mitigarse con voluntad. Como la que pone en Gijón la peluquera Laura Llaneza. Es una de las 35 profesionales españolas adiestradas en el conocimiento del autismo y que hace tres meses se puso omanos a la obra para "tratar de familiarizar a los pequeños con esta actividad cotidiana, para que la incorporen con normalidad", explica Laura Llaneza. Pautas como "recibir al niño en horario fuera del habitual, dedicarle un espacio sólo para él, o dejar que vea y toque la maquinaria con la que se va a trabajar", explica Laura, refuerzan la confianza del niño para enfrentarse a una actividad que a priori "desconoce, y puede parecerle algo agresiva", explica la esteticista. Se trata de anticiparle cada paso que se va a realizar, además de tratar a cada niño de manera especial y diferente.

Por el momento ya ha tenido varios casos. Todos ellos diferentes. "Hubo uno complicado, nos llevó tiempo pero con ayuda de su padre y su madre lo logramos", asegura Martínez.