ArcelorMittal ha segregado del proyecto para la construcción de sus baterías de coque de Gijón los trabajos de excavación y movimiento de tierras, para intentar agilizar la obra que ya no va a cumplir los plazos previstos, que eran la puesta en servicio de la nueva coquería en 2019.

La siderúrgica y el Principado están negociando los límites de emisiones contaminantes de las baterías, que se fijarán en la Autorización Ambiental Integrada para su funcionamiento, según la empresa. El problema es que mientras no esté superado el trámite ambiental, el Ayuntamiento no puede conceder licencia de obras. De ahí que Arcelor haya optado por segregar los movimiento de tierras para que, una vez que esa parte del proyecto obtenga el visto bueno de la Consejería de Medio Ambiente y de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, el Ayuntamiento autorice esa parte de la obra.

No es la primera vez que la siderúrgica recurre a este procedimiento. Ya hizo lo propio al segregar del proyecto la obra de derribo de las viejas baterías y también la construcción de una zona cubierta para la obra.

En cuanto a la Autorización Ambiental Integrada, que deberá someterse a un periodo de información pública, la siderúrgica discute los límites de emisiones a la atmósfera, establecidos para diversos focos emisores y diversos contaminantes. En ese sentido, Arcelor ha aportado informes técnicos, que están siendo analizados por el Principado. Además de los límites de emisiones al aire que fije la Autorización Ambiental, la entrada en servicio de las baterías también requerirá que esté operativo el colector del río Aboño, al que verterá las aguas.