"En Baleares hay un odio intenso a todo lo que suene español y ese rechazo lo inculcan a los niños". Lo denuncian Doris Burgstaller y Joaquín López, el matrimonio que tuvo que dejar el año pasado Mallorca para que sus hijos pudiesen estudiar en castellano. "Sólo por pedir que se cumpliese la ley, un pueblo de 6.000 habitantes (Artá) se puso en contra nuestra", relatan a LA NUEVA ESPAÑA en Gijón, donde ahora viven felices. Aunque se les ponen "los pelos de punta" con la cooficialidad del asturiano: "Es el primer paso para llegar al nacionalismo y caer en los mismos errores que otras comunidades".

Doris Burgstaller es austriaca y Joaquín López, gijonés. Fueron sus raíces asturianas la que les llevaron en septiembre de 2016 a la villa de Jovellanos después de pasar un auténtico "calvario" en Baleares.