Desde el centro del kiosco de música del paseo de Begoña se oía la voz de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, pero lo que se escuchaba era la historia de Ana María: la joven de 25 años asesinada el 17 de diciembre de 2016 por su expareja en Vigo. Ana María en una cinta de color malva fue el primer nombre que se colgó en el simbólico árbol "plantado" en Gijón en recuerdo de las víctimas con motivo de la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género. Tras Ana María llegaron los lazos dedicados a Elena, María del Carmen, Victoria, Matilde Teresa... Medio centenar de telas al viento en un tributo a las mujeres asesinadas en los últimos doce meses -45 en lo que va de año- y a los ocho menores que perdieron la vida junto a ellas: cinco niños y tres niñas de entre tres meses y doce años de edad.

Sus nombres y sus historias fueron leídos en voz alta por representantes de grupos políticos, sindicatos, colectivos vecinales y asociaciones de todos los ámbitos del tejido social gijonés. También fue relevante la presencia de representantes de los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad. Desde la tribuna se oyeron voces de mujeres, de hombres e, incluso de niños, como Tamara.

La lectura de cada uno de esos nombres de mujer era respondido por el aplauso de las decenas de personas congregadas en Begoña en respuesta al llamamiento conjunto del Ayuntamiento de Gijón y el Consejo de Mujeres de la ciudad. Luego llegaría el minuto de silencio. Hubo quien fue con pancartas llenas de mensajes reivindicativos, otros con globos. Muchos exhibían las chapas que iban repartiendo miembros de la organización de la Oficina de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón. Y a cara y espalda del kiosco de música grandes carteles para que todos pudieran dejar su reflexión en un día tan señalado.

No había nombres de gijonesas en la lista de este año pero Gijón también sabe lo que es llorar por sus mujeres. Para recordarlo estaban en la concentración el padre de Silvia Hernández, la joven asesinada en Roces en marzo de 2016, y la madre e hijo de Desirée Prieto, asesinada en 2006 en Portuarios. El jovencito, víctima también de aquella agresión cuando sólo era un bebé, iba a leer el mensaje en recuerdo a los menores asesinados. No pudo. Tampoco leyó, aunque estaba previsto que lo hiciera y mostró su solidaridad con el acto, la directora catalana Isabel Coixet, presente en el Festival de Cine de Gijón.

A la emoción se le sumó la reivindicación. Y por partida doble. Por un lado el apoyo desde Gijón a la declaración institucional de la Federación de Municipios y Provincias que recuerda "que la violencia de género es barrera infranqueable en el camino hacia una sociedad en la que hombres y mujeres vivan en libertad e igualdad" y por otro el compromiso de la sociedad gijonesa con la campaña local impulsada este año bajo el lema "No hay agresión pequeña". Una campaña que busca poner en evidencia que "las agresiones cotidianas que sufren las mujeres son el caldo de cultivo en el que se gestan las condiciones de esta lacra social".