ArcelorMittal invertirá una cifra próxima a los 100 millones de euros en Asturias, principalmente en su factoría de Veriña, en mejoras medioambientales que se ejecutarán entre este año y 2022. Así lo recoge el plan aprobado por la dirección de la multinacional, que será presentado mañana lunes en La Granda. Este proyecto inversor es fruto de las negociaciones mantenidas por la dirección europea de ArcelorMittal con la Consejería de Infraestructuras y Medio Ambiente desde el pasado agosto, unas conversaciones paralelas a la tramitación de la Autorización Ambiental Integrada para la reapertura de las baterías de coque de la siderúrgica en su factoría gijonesa. Precisamente, el Principado otorgará previsiblemente la próxima semana la autorización a las nuevas baterías, en las que Arcelor va a invertir otros 130 millones de euros.

Antes de sentarse con Arcelor, el Principado había encargado un informe a una consultoría externa, que detectó los puntos críticos que afectaban a la factoría de Veriña en materia de contaminación y en el que se incluían medidas correctoras, algunas de las cuales ya había acometido la siderúrgica. Las negociaciones han cristalizado en el anuncio, mañana, de este gran proyecto inversor en mejoras y correcciones medioambientales que, según fuentes de la administración regional ratifica la apuesta del gigante industrial por mejorar sus registros ambientales en Asturias y por certificar su presencia en la región.

El programa de inversión de Arcelor para sus plantas asturianas en los próximos años tiene como objetivo la puesta en marcha de un plan de mejora de las condiciones ambientales de sus instalaciones (del cual el 80 por ciento de la inversión corresponderá a la planta de Gijón) que garantice métodos de trabajo menos contaminantes. La previsión es que con estas inversiones, junto a la adopción de buenas prácticas medioambientales en las rutinas habituales de trabajo, se logren reducir entre un 70% y un 80% las emisiones de partículas inferiores a 10 micras (PM 10) y de las inferiores a 2,5 micras (PM 2,5) y en un 50% las emisiones difusas (las que no se emiten por chimenea) de la factoría siderúrgica. Las partículas de pequeña dimensión son las más nocivas para la salud, por su capacidad para penetrar en el sistema respiratorio debido a sus reducido tamaño.

Las actuaciones previstas están en consonancia con el Plan de Calidad del Aire para la Aglomeración de Gijón (Gijón y zona este de Carreño hasta Tabaza) y afectarán en gran medida a las dos plantas de sinterización en las que se trata el mineral de hierro antes de fundirlo en los hornos altos. El sínter A y el B se llevarán la tercera parte de los recursos de este plan ambiental. En concreto, Arcelor destinará a la mejora de ambos sínter cerca de 33 millones de euros. La compañía ha desarrollado en Gijón una tecnología propia para minimizar las emisiones de las plantas de sinterización, tecnología que ya implantó en su factoría de Zenica (Bosnia).

El plazo pactado para acometer las inversiones medioambientales contempla que en 2022 ya estén todas concluidas, si bien el grueso de las mismas tendrán que estar operativas en 2019. Las mejoras se implementarán en el caso de Gijón, además de en los dos sínter, en los hornos altos, en la acería y en las nuevas baterías de coque. El motivo de que haya inversiones que se alarguen hasta 2022 es la necesidad de acompasar las paradas para acometerlas y la complejidad en algunos casos de los proyectos técnicos.

La multinacional ya ha puesto en marcha algunas medidas medioambientales destacadas. El pasado 22 de noviembre la compañía comenzó a operar, en fase de pruebas, con los nuevos electrofiltros para reducir las emisiones contaminantes en los convertidores de la acería gijonesa, otro de los principales focos que generan PM 10.

Tanto la construcción de las nuevas baterías de coque como el plan medioambiental son claves para el futuro de la siderurgia asturiana. En el primer caso, la producción de coque en Gijón para los hornos altos a partir de 2019 (cuando cerrarán las baterías de Avilés), el uso como combustible de los gases de las baterías en otras instalaciones de la factoría y la venta de los subproductos derivados de la destilación del carbón son relevantes en la cuenta de resultados de una factoría. En cuanto a la reducción de la contaminación, la Comisión Europea endureció el año pasado la normativa ambiental aplicable a las siderúrgicas, en base a los avances en las mejores técnicas disponibles, con lo que las mejoras ambientales en la factoría gijonesa también se entienden como una garantía de futuro para la misma.

Además de altos cargos de la multinacional del acero, a la presentación del plan de inversiones de Arcelor acudirá mañana el consejero de Infraestructuras, Fernando Lastra, y ha sido invitada la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón; y la de Avilés, Mariví Monteserín

Con la llegada de Lastra a la Consejería el pasado mes de junio, el Principado cambió su estrategia, pasando de ceñirse a aplicar sanciones por incidentes ambientales a la firma siderúrgica a exigir inversiones para ir a la raíz del problema.

La decisión de la multinacional del acero llega además en un contexto de fuerte presión social, por los altos niveles de contaminación en la zona oeste de Gijón, auspiciada por las asociaciones vecinales y otros colectivos como los grupos ecologistas. Unas presiones en las que el Ayuntamiento se ha puesto del lado de los colectivos sociales, apuntando directamente a Arcelor como origen de los altos niveles de polución. El Ayuntamiento también ha adquirido una unidad móvil para medir la polución, que está estacionada en El Lauredal.

El Principado, por su parte, va a ceder al Ayuntamiento otra unidad móvil para que la sitúe al sur de la factoría siderúrgica, para acotar el origen de la contaminación en función de la dirección del viento. Estudios del Principado efectuados en 2015 apuntan que a diario el mayor porcentaje de la contaminación en Gijón procede del tráfico rodado, pero que en los días del año con peor calidad del aire, la fuente principal es Arcelor. La siderúrgica en cambio siempre ha sostenido que su influencia en los niveles de contaminación en Gijón es mínima.