En Gijón lo mismo ponen el gorro de Papá Noel a una familia de ositos amorosos que a un ratón gigante. Todo, ya guarde o no relación con las fiestas, tiene sello navideño. La empresa francesa Blachere, la misma que el año pasado encendió las redes sociales con críticas a sus diseños, volvió ayer a alumbrar la ciudad con muñecos y decorados nuevos, "más alegres y personalizados". Esa al menos era la intención de sus responsables, aunque, a juzgar por las opiniones del público, la iluminación no convenció otra vez. Sobrio y soso fueron los calificativos más escuchados en referencia a la plaza Mayor, donde tuvo lugar la inauguración oficial del millón de luces.

El botón de encendido lo pulsaron pasadas las siete de la tarde los alumnos de los colegios Jove y Honesto Batalón, arropados por autoridades, comerciantes y hosteleros, y decenas de personas concentradas frente a la fachada del Ayuntamiento. Al "¡Oh!" del público, le siguió el grupo de tubas del Conservatorio, que tocó varios villancicos, mientras la plaza Mayor comenzaba a vaciarse. La marea avanzó hacia la plaza del Parchís, donde un Papá Noel, un trono y un buzón gigantes esperaban aún por iluminarse para sorpresa de los más pequeños. Una vez se hizo la luz, empezó la obsesión por los selfies.

En total, la empresa francesa colocó este año en la ciudad 957.000 puntos de luz y 1.400 elementos decorativos, que ya brillan en 85 calles de la ciudad. Aproximadamente un 70% de estos diseños han cambiado, superando así lo establecido en el propio contrato municipal (25%). "Hemos querido ir más allá. Las quejas del año pasado nos llevó a replantearnos el alumbrado", explican fuentes de la firma. Entre las novedades, luces con guiños a Gijón, como las letronas y los muñecos de nieve vestidos de Pelayo. Estas últimas están instaladas en la calle Álvarez Garaya e incluyen corona, capa, escudo y cruz de la Victoria.

Además, en la fachada del teatro Jovellanos y en la calle Menéndez Valdés relucen los tres Reyes Magos pintados por una niña gijonesa de 7 años. "Nos envió el dibujo y nos pareció precioso, muy infantil y un gesto de generosidad por su parte", asegura la empresa, que, por petición expresa de la familia, mantienen el anonimato de la pequeña artista. Eso sí, "está emocionada", adelantan. En concreto, son tres dibujos de Melchor, Gaspar y Baltasar, que aparecen junto a estrellas fugaces y un árbol de Navidad.

Un recorrido por las calles de la ciudad demuestra que a la firma Blachere le gusta y mucho el brillo. Gran parte de las composiciones de luces son intermitentes: caen como gotas de agua o parpadean. Todo es movimiento, todo es fiesta. Pero lo que más atrae al público, sobre todo al infantil, son los muñecos. Estas Navidades hay una invasión de osos amorosos. Al gran osito del año pasado, ubicado ahora en la plaza Seis de Agosto, le acompaña toda su familia en la calle Corrida. Pequeños peluches descansan en lunas y nubes navideñas. El gorro de Papá Noel no falla. El contrapunto a tanta fantasía lo pone los Moros con un diseño sin movimientos ni dibujos, más tradicional en tonos dorados.

Pero en verdad muñecos los hay por todas partes para delicia de los más pequeños. Sin desmerecer al oso y Papá Noel gigantes, la estrella de estas fiestas es el ratón que adorna la plazuela San Miguel. Está pensado para los selfies y también para que los niños escriban su carta a los Reyes. El ratón en cuestión lleva un lápiz enorme en sus manos. Ahora bien, ¿qué tiene que ver un roedor con la Navidad? Nada, pero en Gijón entusiasma. "Por mucho que digan, a mi me gusta. Y más aún a los niños. Todo lo que brille y sean animales les encanta", asegura Fernanda García.

Pensando en los pequeños, la empresa francesa también ha instalado un buzón con ojos, nariz y boca en la plaza del Parchís, que al depositar en él una carta emite una melodía navideña. Muy cerca se encuentra el photocall de la casa de Papá Noel, novedad de este año, y que ayer trajo cola. A ello hay que sumar los distintos árboles que hay repartidos por la villa, el más emblemático el que brilla en el solarón junto a la pista de patinaje sobre hielo.

En el resto de calles abundan los motivos navideños, como copos, estrellas, árboles y cajas de regalos. También se ven guirnaldas y cortinas luminosas. Todo ello tendrán un consumo "mínimo récord", según afirman sus responsables, de 55 kilovatios al tratarse de luces led.

El decorado de las pasadas Navidades fue muy criticado, incluso por parte del Gobierno municipal. El propio teniente alcalde, Fernando Couto, llegó a decir que el alumbrado "no gusta a nadie, es malas, no se pude permitir algo así". La compañía Blachere, que sustituyó a la asturiana Germán Vizcaíno tras cuatro años poniendo luz a la Navidad, vuelve con un lavado de cara en las calles, que no termina sin embargo de convencer a los gijoneses. Los vecinos se quejan sobre todo de la escasez de elementos decorativos en algunas calles. "En la de Covadonga no hay ni una sola luz. Lo mismo pasa con la calle Begoña. Muy soso todo y hay unos contrastes tremendos, pese a estar en el centro de Gijón", sostienen Leonor Montolla, María José López y María Jesús del Pozo. Eso sí, añaden, "Corrida y los Moros, una preciosidad".

Aurora Álvarez y Andrea Torres también echan en falta iluminación en la plaza Europa y en la fuente del Carmen. "Otros años salían chorros de colores y en Europa los troncos de las palmeras tenían luces", se quejan. Aunque, agregan, "quitando eso, el resto está bonito". Asimismo María Josefa Menéndez, que pasea junto a su nieto Manuel Castro, ve "muy sobrio" el decorado. En especial, el de la plaza Mayor. "Hay pocas luces y me esperaba que la alcaldesa o alguien dirigiese unas palabras a los gijoneses. Qué menos", protesta. En efecto no hubo discursos, un encendido exprés de las fachadas, en las que se puede leer "Feliz Navidad". El acto concluyó en el Parchís a las ocho de la tarde con un concierto de Michael Lee Wolfe. La música puso así el broche final al arranque de la Navidad en Gijón.