Oxizinc, empresa filial de Agalsa y radicada en las instalaciones de su empresa matriz, en el polígono industrial de Lloreda (Tremañes), ha quedado disuelta y entrado en liquidación por decisión del titular el juzgado de lo mercantil número tres de Gijón, Rafael Abril Manso. La mayoría de sus 27 trabajadores ya han sido despedidos mediante un expediente de regulación de empleo (ERE).

Oxizinc se dedicaba a la fabricación de oxido de zinc, producto que entre otros usos se emplea en la fabricación de neumáticos. La empresa entró en concurso de acreedores el pasado 3 de mayo, con un pasivo cercano a los tres millones de euros. Con la apertura de la fase de liquidación en el concurso de acreedores, ese pasivo se convierte en su totalidad en deuda vencida. Los acreedores son fundamentalmente los proveedores de la empresa gijonesa, que se dedicaba a transformar en óxido el zinc suministrado por Asturiana de Zinc.

Oxizinc entró en concurso dos meses después que su empresa matriz. El concurso voluntario de acreedores de Agalsa se admitió el pasado 2 de marzo, con un pasivo de 11,98 millones de euros. En un primer momento se produjeron tensiones entre ambas plantillas, que trabajaban en la misma nave. Mientras los de Agalsa habían dejado de cobrar y se encaminaban hacia una regulación de empleo, los de Oxizinc aún seguían con tarea, recibiendo sus nóminas y sin concursar. La situación fue tal que la Policía tuvo que intervenir el 15 de febrero y días posteriores para que los trabajadores de Oxizinc pudieran descargar materia prima y posteriormente enviar producción a sus clientes.

Agalsa y Oxizinc comparten la misma administradora concursal, la abogada catalana Carmen Fernández Sánchez, que tiene que elaborar ahora el plan de liquidación de los bienes de Oxizinc.

En el caso de Agalsa, cuando entró en concurso de acreedores contaba con 102 trabajadores, de los que 85 eran indefinidos y 17 eventuales. Estos últimos se fueron directamente al paro, mientras que para los otros se articuló un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) hasta diciembre de 2018. La administradora concursal está intentando vender la empresa, que dispone de unos 50.000 metros cuadrados y naves construidas en el polígono industrial de Lloreda. Si para finales de 2018 ningún empresario quiere hacerse con la compañía, los trabajadores serían despedidos y los bienes de la sociedad vendidos.

Las dudas sobre las posibilidades de que aparezca algún comprador para la empresa gijonesa han llevado a la mayor parte de la plantilla a desvincularse de la sociedad y buscarse trabajo en otro sitio. De los 85 empleados fijos que había en Agalsa cuando entró en concurso de acreedores, siguen vinculados a la misma menos de 40. Una pequeña parte de la plantilla ha logrado esquivar por el momento el ERTE, al seguir trabajando en tareas de mantenimiento y administrativas.

Agalsa cuenta con la tercera mayor cuba de galvanizado de Europa, pero su caldera ha quedado inservible después de que la administradora concursal optara por vaciarla para vender el zinc que había en su interior y ahorrarse la factura del gas para calentarla y evitar que el metal se solidificara.

El pasado mes de agosto Agalsa vendió a Hiasa, empresa radicada en Cancienes, las aproximadamente 670 toneladas de zinc que aún tenía en sus instalaciones de Lloreda. De este modo Agalsa ingresó 1,3 millones de euros, dinero necesario para poder pagar los gastos del concurso de acreedores.