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La verja que Gaudí encargó en Gijón

Una de las empresas señeras de la industrialización de la villa, Kessler, Laviada y Compañía, fabricó la reja que protege el foso circundante de la Casa Botines de León

Vista de la fachada principal de la Casa Botines, con las verjas fabricadas en Gijón.

La llamada Casa Botines, en León, obra de Antonio Gaudí i Cornet (Reus, 1852-Barcelona, 1926), forma parte de los tres edificios que el gran arquitecto catalán realizó, en el último tercio del siglo XIX, en el noroeste de España, junto con el Palacio Episcopal de Astorga y el chalet de Máximo Díaz de Quijano en Comillas (Cantabria), más conocido como El Capricho.

Pero en la ruta gaudiniana del noroeste también se incluye Gijón. Primero, con dos edificios singulares de la calle de Jovellanos: la basílica del Sagrado Corazón de Jesús (la Iglesiona) y la llamada Casa Díaz. La primera, de Joan Rubio y Bellver, arquitecto del estudio de Gaudí, y la segunda, promovida por Claudio Alsina, que fue maestro de obras de Gaudí, con proyecto del delineante de Gaudí Francesc Berenguer. Todos ellos naturales de Reus.

Pero también fue en Gijón donde Gaudí hizo un encargo muy especial: "La verja que protege el foso circundante (de la Casa Botines), en la que es preciso apreciar el juego de encruzamientos de las pletinas y el remate de pinchos, muy semejante al diseñado por Gaudí para la Casa Vicens de Barcelona".

Ejecutó el encargo la firma Kessler, Laviada y Compañía, entonces con fábrica fundición en la zona de Begoña. Una empresa señera en la industrialización de Gijón desde su fundación, en 1850, con el nombre de La Begoñesa (industria de fundición de hierro y bronce).

En el Archivo Municipal de Gijón se conservan los expedientes abiertos por el Negociado de Policía urbana a nombre de Julio Kessler y Frederic, vecino de Gijón, según cédula número 39, quien solicita el permiso para trasladar su fábrica de fundición La Begoñesa (sita en la calle de Padilla) a los terrenos comprendidos entre la calle del Carmen, calle de la Rueda y terrenos del Ferro-Carril de Langreo.

El expediente número 4.809, con fecha del 17 de noviembre de 1879 nos advierte de que "poniendo en conocimiento de ese ilustre Ayuntamiento (Gijón) que la presión de la máquina de vapor que se emplea es de 3 atmósferas y la fuerza de las calderas de 6 caballos". Fue aprobado, no sin arduas negociaciones, debido a la denuncia de un vecino de la villa que consideraba era una industria peligrosa dentro del casco urbano, y alegaba en su defensa que "estando solo permitido en Barcelona, la primera ciudad fabril de España, el establecer o trasladar, dentro de la zona interior de la población, fábricas cuya fuerza no esceda de los tres caballos de vapor" no se autorice su instalación en el citado lugar.

Ocho años después, en el expediente número 161-1887, del 30 de junio, en la persona Kessler, Laviada y Cia., vecinos de Gijón según cédula número 7.478, se constata que "solicitan el permiso necesario para levantar un metro y medio en quince de largo de pared que cierra su fábrica de fundición en la calle del Carmen con tres huecos según plano adjunto", lo cual nos confirma que el mismo año en que Antonio Gaudí diseñó el primer proyecto del Palacio Episcopal de Astorga (junio y agosto de 1887) la empresa ya ha cambiado de nombre y tiene dos socios: Julio Kessler y Juan Laviada, cuya actividad empresarial se decanta hacia las obras de fundición. Tal refleja el expediente 9-1890, del 10 de abril, donde se verifica en el Negociado de Policía urbana que "los señores Kessler, Laviada y Cia. con el debido respeto exponen: que de común acuerdo con el propietario deseando colocar dos miradores con sus repisas" para la casa situada en la calle de Morales, número 49, propiedad de Genaro Palacios.

Pasado un año, en diciembre de 1891, Gaudí firmaba en Barcelona los planos de la Casa Botines, donde se proyectaba una verja para proteger el foso circundante del edificio. Hijo y nieto de caldereros, los diseños del genial arquitecto de Reus se intuían difíciles y complejos en su ejecución, por lo que ante la imposibilidad de ser realizados en León, el maestro de obras Claudí Alsina acudió a "La ciudad del vapor".

Así titulan su libro Paz García Quirós y José M. Flores Suárez, refiriéndose a la por entonces industriosa Gijón; y nos informan que pronto darían un giro radical a su negocio con nuevos productos. La intención primera de Julio Kessler había sido fabricar artículos de cocina de hierro fundido con baño de porcelana, pero ante las dificultades técnicas del momento se decantó por los productos de fundición y taller de cerrajería.

Con la incorporación de un nuevo socio se reanimará la linea de productos esmaltados y se pueden jactar que salga de sus talleres la primera máquina de España para la fabricación de hielo artificial. El futuro se adivinaba prometedor hasta que "con el fallecimiento de Julio Kessler llega la nueva titularidad, Laviada y Compañía, S. A., rebasando los quinientos operarios, entre hombre y mujeres, pinches y empleados".

El expediente 72-1895, de 30 de abril, nos revela: "El que suscribe (Juan Laviada) vecino de Gijón, según cédula personal número 7, Gerente de la Sociedad Laviada y Compañía, Sucesores de Kessler Laviada y Cia. de V. S. solicita se le conceda permiso para hacer la variación que se indica (reformas en fachada...)".

Con la denominación Laviada y Cía. la empresa se mantuvo hasta los años cincuenta del pasado siglo XX, y seguía fabricando en sus instalaciones productos a base del esmaltado y colorantes para los mismos (batería de cocina); en esa década se fusionó con La Industria, la fábrica de vidrios más antigua de la ciudad, dando origen a una nueva razón social: La Industria y Laviada, con la que llegaría al final de su vida en 1983.

NOTA. Más información sobre el Museo Gaudí Casa Botines (plaza de San Marcelo, número 5, León) en la web: www.casabotines.es.

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