La empresa de desguaces Daniel González Riestra transforma montones de chatarra en riqueza desde sus instalaciones gijonesas y así lo contaban sus responsables, hace sólo unos meses, a LA NUEVA ESPAÑA. La firma, en la que ayer se desató un descomunal incendio, recicla vehículos de Asturias y, en mayor medida, de Galicia, Castilla y León, Cantabria y Extremadura. Tan sólo un tercio de los coches que se trituran en su factoría de San Andrés de los Tacones proceden de la región. A través de un minucioso proceso, la compañía que dirige en la actualidad Daniel Langer -nieto del fundador- obtiene aluminio, que exporta a Austria y Alemania.

Aproximadamente el 70% de los materiales de un coche desguazado son aprovechables para su reciclaje industrial. Los vehículos llegan a la planta gijonesa descontaminados, sin líquidos, cubiertas ni baterías, tras haber sido compactados en el desguace para su transporte. Allí se someten a una serie de procesos mecanizados y manuales para convertirlos en materia prima para acerías de arco eléctrico y otras industrias de producción de metales. La empresa, que cuenta con 38 trabajadores y ocupa 55.000 metros cuadrados, posee la única fragmentadora que existe en el Principado. Esta máquina, con 2.000 caballos de potencia, tiene capacidad para desguazar hasta 55 toneladas de chatarra a la hora. El aluminio se separa del resto de metales mediante corrientes de inducción y un proceso de lavado especial, similar a un batán de la mina. El cobre, el latón y la calumina -una aleación de cinc- se envían a distintas fundiciones y fábricas, como la de Agalsa en el caso del cinc. El proceso de reciclado no acaba aquí ni en las instalaciones gijonesas. El 30% de gomaespuma, goma y plásticos que salen de la fragmentadora se venden a una empresa especializada en recuperar las pequeñas cantidades de metal. Todos estos materiales procedente fundamentalmente de coches, pero la firma cuenta también con otros suministradores de chatarra como Emulsa, derribos de naves industriales o astilleros.