Una de las publicaciones del grupo de la prestigiosa revista "Nature" acaba de llevar a sus páginas la firma de una gijonesa, la de Silvia Rodríguez Rozada, una licenciada en bioquímica que en Alemania está cumpliendo el sueño de vivir como investigadora y hacer aportaciones al progreso de la ciencia. Un sueño que, dado el carácter de la protagonista, nunca pareció descabellado.

"Es muy responsable y siempre que empieza algo, lo termina". Los que mejor conocen a Silvia Rodríguez Rozada (Gijón, 10-1-1992) definen así la clave de su éxito como estudiante, una espectacular carrera en las aulas que le valió innumerables premios. Desde un mes de viaje por Alemania, cortesía de la embajada teutona merced a su pleno de dieces en todas las asignaturas del último curso de la ESO, a, quizá, el más especial de todos, el de "su" casa, el instituto donde estudió y donde su madre Ana ejerce como profesora de idiomas: el premio "Aurelio Menéndez-Mercedes García Quintana" que cada año se concede en el Real Instituto de Jovellanos al mejor expediente de Bachillerato. Y gracias al cual la gijonesa pudo conocer al gran jurista e intelectual asturiano, recién fallecido, Aurelio Menéndez.

En 2010, cuando Rodríguez Rozada recibió el citado galardón, sus notas en la rama de Ciencias de la Salud del Bachillerato Internacional fueron de 9,8. Una auténtica alumna "diez" y un hito que la puso en el camino de cumplir sus ilusiones. En ello está. Rodríguez Rozada lleva un año trabajando en el Centro de Neurobiología Molecular de Hamburgo, en el grupo del doctor Simon Wiegert, investigando las conexiones sinápticas y procesamiento de la información en nuestro cerebro, y son esos estudios los que la han llevado a publicar como firmante en una de las revistas del prestigioso grupo "Nature".

Rodríguez Rozada asegura rotunda que su interés siempre fue ser investigadora, aunque en su casa no olvidan cómo, durante una época, quería estudiar INEF, fruto de su amor por el baloncesto, deporte que practica desde niña. De hecho, únicamente la exigencia del Bachillerato Internacional, consiguió apartarla brevemente de su deporte favorito. En Frankfurt, a donde llegó para estudiar un Máster de Neurociencia, antes incluso de tener sus horarios de clase ya tenía apalabrada su participación en el equipo de baloncesto de la universidad donde, por fin, pudo jugar en su posición predilecta, alero, ya que en España, debido a su altura, solía hacerlo de ala-pívot.

Pero si hay que hablar de pasiones extracurriculares, otra grande es la cocina. De Silvia dicen que es "muy cocinitas" y que "nunca hace la misma receta dos veces, siempre le gusta innovar". De hecho, es fácil saber cuándo Rodríguez Rozada está de vuelta en casa: "cuando enciendes la tele y esta puesto Canal Cocina, ya sabes que Silvia estuvo en casa". Eso sí, su plato preferidono lo cocina ella, si no su abuela: como que una fabada y un poco de sidra es una obligación siempre que vuelve a la tierra. No en vano, está muy unida a sus abuelos maternos.

Dicen de la joven gijonesa que "echa mucho en falta a sus amigos porque cuida mucho las amistades", hasta el punto de que no le duelen prendas en hacer un viaje de varias horas a Madrid sólo para comer con sus compañeros de universidad. Como tampoco le dolieron, cuando estudiaba en Frankfurt, al coger un tren nocturno junto a su madre rumbo a Berlín para ver un concierto de su cantante fetiche, Bruce Springsteen, una pasión que hereda de su madre Ana, con quien cantó hasta desgañitarse su canción favorita, "Thunder Road". Rodríguez Rozada es una enamorada de la música y de los musicales, hasta el punto de saberse de memoria la película Moulin Rouge, que "podría doblar sin equivocarse".

Aunque quizá la gran emoción de Rodríguez Rozada le sale al viajar. Le encanta el sol, la playa, el verano -como los que pasó en Estados Unidos, Irlanda o Alemania, para perfeccionar sus idiomas- y "siempre que oye la palabra viaje, está ya en la puerta, no vaya a ser que quede en tierra". No obstante, en sus viajes es norma que se olvide algo. "Es muy despistada", aseguran de ella, "no hay vez que no se vaya dejado algo aquí", así que ahí va su abuela al rescate, enviándole todo lo necesario en un paquete. Es posible que por eso le interese tanto investigar la red neuronal y el procesamiento de la información en el cerebro.