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La abuela de Montevil sopla cien velas

Matilde Fernández Díaz festejó su centenario arropada por su familia y por sus compañeros del centro de día de El Arbeyal

Matilde Fernández, el pasado viernes, junto a su hija Puri, en el centro de día de El Arbeyal, antes de soplar las velas de su centenario. F. D.

Nació la misma semana que Enrique Tierno Galván, ex alcalde de Madrid, y unos días después que el sindicalista Marcelino Camacho. Es coetánea del ex presidente sudafricano Nelson Mandela y del ex canciller alemán Helmut Schmidt. Matilde Fernández Díaz nació en la aldea de La Artosa, en Cangas del Narcea el 2 de febrero de 1918 durante el reinado de Alfonso XIII cuando gobernaba el liberal Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas. Matilde no fue tan mediática como los anteriores personajes pero ha sobrevivido a todos ellos.

Fue la tercera de cuatro hermanos en el seno de una humilde familia dedicada a las tareas agrícolas y ganaderas en el incomunicado suroccidente asturiano de principios del siglo XX. A los catorce años, en 1932, se marchó a vivir y trabajar a Madrid con unos tíos. A los veinte, en 1938, se casó con Francisco Martín Rodríguez, natural de Las Navas del Marqués, en Ávila, que en aquella época trabajaba como repartidor de leche. La luna de miel la pasó en Madrid escondiéndose en las bocas del Metro para refugiarse de los bombardeos de la Guerra Civil. "No pasamos hambre, pero las pasamos muy canutas y trabayé mucho", afirma. Finalizada la contienda nació su hija Puri en 1941, curiosamente en la misma fecha que ella pero "en el año de la fame y de la gran nevadona". Purificación nació al igual que su madre un 2 de febrero, motivo por el cual las dos coincidieron en festejar el pasado viernes su doble cumpleaños: la hija 77 y su madre 100.

El matrimonio vivió en El Escorial, Las Navas de Marqués y Madrid antes de regresar a Asturias en 1948 cuando su marido encontró trabajo como minero en las explotaciones carboníferas de Cerredo. Allí establecieron su residencia definitiva pero en 1968 tuvo lugar un trágico desenlace cuando su marido falleció junto a otro compañero en un accidente laboral ocasionado por una explosión de grisú cuando trabajaba como artillero en la mina. El número 8 es mágico en la vida de Matilde ya que nació en 1918, se casó en 1938, llegó a Cerredo en 1948, quedó viuda en 1968 y en 2018 festejó su centenario.

Matilde fue siempre muy activa y trabajadora, fuerte, con una salud de hierro y con una gran memoria que le permite recordar todavía el nombre de la calle donde vivió en Madrid "Las Infantas número 23 que luego se llamó calle Rosalía de Castro". Desde que sufrió un ictus en 2009 está postrada en una silla de ruedas y ya no cocina como antes pero cuando cumplió noventa años todavía recuerda que lo festejó preparando la comida de treinta invitados. Después del accidente de su marido regentó en Cerredo junto a su hija una tienda en la que había de todo. La cerraron en 1992 para trasladarse a vivir a Venta de Las Ranas, en Villaviciosa. Estos últimos siete años, debido a su dependencia, después del ictus padecido, reside en Gijón junto a su hija Puri, que también enviudó hace siete años, en el domicilio de su nieta Ana Isabel, en Montevil al lado de antigua carretera carbonera.

El pasado viernes festejó su centenario junto a sus compañeros del centro de día de El Arbeyal soplando las velas de la gran tarta de sus cien años. "Paselo muy bien porque estuve en compañía de todos. Me regalaron bolsadas llenas de cosas y luego un mago hizo payasadas", comenta satisfecha Matilde, quien diariamente acude a este centro de día entre las nueve y media de la mañana y las cinco de la tarde, hora en la que regresa al domicilio de su nieta y de su hija en Montevil. "Ya trabayé bastante, ahora que no me manden hacer nada", manifiesta Matilde desde su silla de ruedas. Se acuesta todos los días a las siete de la tarde y se levanta a las ocho de la mañana.

Cien años no se cumplen todos los días, la efemérides requería doble celebración y por eso Matilde sacó fuerzas para festejar de nuevo el sábado su centenario con su familia. Además de su hija Puri y de su nieta Ana Isabel junto a sus biznietos Tonín y Fernando, ambos profesionales de la medicina, Matilde estuvo arropada por sobrinos, primeros y segundos, que se desplazaron hasta Gijón para estar a su lado desde Salamanca, Madrid, Caboalles y Guadalajara.

¿Dieta?. Come de casi todo.¿Salud? Muy buena hasta que sufrió el ictus en 2010. Siempre fue fuerte como un roble. ¿Coqueta? Sí, un poco: pañuelo al cuello con unos pendientes de perlas que decoran su piel tersa y blanca y su pelo cano.

Matilde, genio y figura, sentencia que "es malo vivir tantos años". Cuando el pasado viernes atendía a LA NUEVA ESPAÑA en su domicilio de Gijón recibió una llamada telefónica de felicitación de una amiga que le deseaba que cumpliera muchos años más y a la que Matilde respondía con contundencia: "cúmplelos tú por mí". Genio y figura.

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