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La turista hallada muerta en Poniente no tenía billete de vuelta y llevaba la Biblia en el bolso

La autopsia confirma que la madrileña falleció ahogada el domingo por la noche, entre 12 y 16 horas antes de que se encontrara su cuerpo en la playa

Agentes de la Policía Nacional y de la Local introducen en la furgoneta de la funeraria el cuerpo de la turista madrileña, el lunes por la mañana en la playa de Poniente. MARCOS LEÓN

De qué murió la turista madrileña, cuyo cuerpo fue hallado el lunes en la playa de Poniente, será una incógnita para siempre. La autopsia ha revelado que falleció por ahogamiento entre 12 y 16 horas antes de que fuese encontrado su cadáver en la arena, pero no es capaz de determinar si fue como consecuencia de un suicidio o un golpe de mar. La primera de las hipótesis cobra fuerza al descubrir la Policía Nacional que llevaba una Biblia y varios libros de peso -como El Señor de los Anillos- en su bolso. Además, no había comprado billete de vuelta a Madrid, su madre falleció recientemente -el día de Navidad- y en la maleta llevaba todo tipo de efectos personales: hasta peluches. "Parecía que se había llevado la casa con ella", afirman fuentes de la investigación.

La mujer, nacida en 1960, llevaba alojada en la ciudad desde el pasado lunes 29 de enero. Anteayer finalizaba su reserva en un alojamiento muy próximo a la playa de Poniente, ubicado en la avenida Juan Carlos I, aunque la noche del domingo ya no la pasó en su habitación. La autopsia revela ahora que la madrileña falleció esa tarde noche, entre las seis y las diez, aunque su cadáver no fue encontrado hasta las nueve y media de la mañana del día siguiente. La Policía Nacional recibió el aviso del cuerpo local exactamente a las diez menos cuarto. El cuerpo no presentaba signos de violencia y como consecuencia del intenso oleaje -esa madrugada hubo olas de casi ocho metros- apareció casi sin ropa tendida en la zona más próxima al Acuario de Gijón.

"Muy normal y sonriente"

La dirección del hotel en el que se alojaba aseguró a este periódico que la turista era una persona "muy normal, educada, cabal y sonriente". En ningún momento le vieron pensativa ni apreciaron nada raro. La mujer había confesado a la propietaria del establecimiento durante el desayuno del sábado y del domingo que "le gustaba mucho pasear cerca del mar". Pese a ello, todo a su alrededor hace pensar que fue un suicidio. Para empezar, sólo tenía billete de ida a Gijón -no había comprado el de vuelta-, no se le conocían ingresos económicos y vivía con su madre, la cual falleció el día de Navidad. Desde entonces, no tenía una residencia fija, andaba de un lado para otro, y no tenía relación con más familiares. De hecho, a la Policía Nacional le costó varias horas el lunes en contactar con algún allegado suyo. Unos primos confesaron que hacía años que no sabían nada de ella.

No consumía fármacos, pero el día de su muerte -el domingo- salió con un bolso mochila cargado de efectos personales. Entre ellos, una Biblia y varios tomos de libros de gran peso, como el de El Señor de los Anillos. Todo suena muy extraño, pero la causa de su muerte nadie la sabrá; será un secreto sepultado en el fondo del mar.

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