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Concierto de pasión

Lección de brillantez y técnica del pianista chino Haochen Zang con la OSPA bajo la dirección del mexicano Carlos Miguel Prieto

La OSPA, ayer, durante el concierto que ofreció en el teatro Jovellanos. MARCOS LEÓN

Muy buena entrada en el teatro Jovellanos para escuchar a la OSPA, con un programa lleno de atractivos. Esta vez no estuvo dirigida por Rossen Milanov sino por Carlos Miguel Prieto, titular entre otras dela Orquesta Sinfónica Nacional de México. Los tres compositores vivieron en el siglo XX, aunque el más longevo fue William Walton.

Abrió la audición un compositor mexicano, Silvester Revueltas, con la pieza titulada "Homenaje a Federico García Lorca". Dicho compositor había estado en España en plena guerra civil, y esto le marcó. A su regreso a México compone la obra escuchada, que en palabras del director es el homenaje más bello de cuantos habría de recibir el poeta. Escrito para una orquesta reducida, se compone de tres movimientos. El primero y el tercero los compuso aún en vida de García Lorca, son por tanto dos piezas alegres que dejan traslucir el estilo musical mexicano. Pero el tercero, titulado "Duelo", es un llanto por la muerte del que era su poeta favorito. Es un movimiento triste en el que interviene la trompeta en sordina acompañada por el lúgubre sonido la tuba, como una campana que llama a la oración. Revueltas murió muy joven, tenía 41 años. El alcohol tuvo la culpa.

Pero el palto fuerte de la velada era sin duda el "Concierto para piano nº1 en fa sostenido menor", de Sergei Rachmaninov, acompañado del pianista chino Haochen Zang. Este concierto lo escribió el autor cuando era aún estudiante, y no tuvo mucho éxito. Tuvieron que pasar los años y posteriores modificaciones para que el público lo aplaudiera. Su solista dio una lección de brillantez y técnica, no exenta de pasión. Fue muy aplaudido lo que propició una propina, "La chica de los cabellos de lino", de Debussy.

Completaba el programa la "Sinfonía nº1 en si bemol menor" del británico William Walton, una obra gradilocuente, con pasajes claramente épicos. Es una sinfonía con una sonoridad densa, con temas desarrollados en un diálogo constante entre toda la orquesta. Tiene pasajes majestuosos y marciales y otros en los que se respira melancolía. Los "tutti" de la orquesta fueron imponentes, trazando una demostración de poderío de la OSPA y un buen trabajo del director para conducir con diligencia . Al final el director dio la mano a los músicos que destacaron en la interpretación.

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