Oficialmente el desfile infantil estaba suspendido, pero ni la lluvia ni el frío pudieron con las ganas de antroxar entre los más pequeños. Un puñado de agrupaciones hicieron frente a la lluvia y el frío, desfilando desde la plaza del Instituto hasta el paseo de Begoña.

Uno de los grupos más animados fue el del AMPA del colegio Honesto Batalón que, a su llegada al frente del Jovellanos, repitió su coreografía bajo el ritmo del "I'm gonna live forever" de "Fame". Fueron los pequeños quienes adaptaron la letra al español, en un canto en favor de la diversidad. "Nuestra intención era intentar normalizar todo, con la multiculturalidad o la educación sexual. Queremos dar cabida a todo lo que se pueda, enseñando a los más pequeños sobre cuestiones que se puedan encontrar en la vida", aseguró Blanca Dacal, una de las madres. El colectivo más numeroso fue el del colegio Corazón de María, una marea naranja de mayores y pequeños disfrazados de hippies, con unos disfraces que pintaron los propios niños. Una temática en favor de "valores como la paz o la solidaridad", aseguró Elena Más, profesora del centro. Quizá los mejor preparados para la ocasión fueron los alumnos del centro de educación infantil San Eutiquio, que replicaban con sus disfraces un fondo marino en el que "nos lo pasamos genial, fue muy divertido, aunque hayamos tenido que lidiar contra viento y marea". Y nunca mejor dicho.

Por la tarde, el protagonismo fue para los más pequeños y sus familias en el Concurso infantil de disfraces, celebrado en el Jovellanos. La celebración carnavalesca también se replicó en barrios y parroquias de la ciudad, como en Santurio, con un concurso de postres y una gran comida a base de picadillo o en Contrueces, con un gran concurso de disfraces.