Los rezos charangueros a las deidades del Antroxu gijonés, las sardinas -este año nombradas como "Las Sardaxians"-, en el día de ayer tuvieron su efecto, y la lluvia respetó el evento más especial del año para las charangas: el gran pasacalles que recorrió las calles de la ciudad.

Las once charangas participantes en el concurso oficial se sumaron o tras cuatro decenas de agrupaciones y carrozas que hicieron disfrutar con su música, sátira y bailes a los miles de gijoneses que hicieron frente a las bajas temperaturas apostados a un lado y otro de la avenida de la Costa.

Dos de ellas fueron las pequeñas Olaya y Nerea García, de 8 y 4 años, disfrazadas de "Maléfica". Las hermanas son dos habituales entre el público del desfile en el que, confiesan, les gustaría participar alguna vez "para poder bailar y disfrutar como lo hacen ellos". Y como también lo hicieron José Luis Marina, su mujer María Viñuela y sus hijas Sofía y Helena, de 6 y 8 años. Todos ellos, disfrazados de charlestón, "nuestro baile preferido porque van muy guapos vestidos con los tacones, las plumas y todos los brillos", enfatizaron las pequeñas.

Entre los charangueros, una comparsa debutante, "Los Cruzaos de Ceares", de los que forman parte los hermanos Carla y Bruno Bedia, de 8 y 10 años, que confesaron que antes de actuar en el Teatro Jovellanos "teníamos muchos nervios, se notó que éramos principiantes" pero, sobre todo, "nos lo pasamos genial", por lo que no dudan en afirmar que "vamos a repetir". Por delante, un largo desfile con bajas temperaturas, algo que nos les asustó: "vamos a aguantar hasta el final", corroboraron.

Del mismo modo que lo hicieron, subidos a sus patines, los miembros del Club Patín Gijón Solimar, disfrazados de superhéroes. "Es una jornada distinta, muy especial, en la que aprovechamos para estrechar lazos entre los miembros del club, familiares y amigos", aseguró Sara Lolo.

Un pasacalles en el que los ritmos de la percusión de las charangas se mezcló con la música de las agrupaciones y carrozas. Dragones, dinosaurios, pájaros tropicales, unas graciosas "ocas locas", pequeños joyeros musicales, héroes y villanos tuvieron cabida en un desfile de Antroxu que, un año más, hizo que los gijoneses se olvidaran, al menos durante unos minutos, de los problemas más mundanos para poder disfrutar del Carnaval.