La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La intervención policial evitó el año pasado más de 350 suicidios en Gijón

El perfil habitual del auxiliado es el de una mujer de entre 45 y 65 años y las alertas llegan por familiares o amigos a los que envían mensajes de despedida

Comisaría de Policía Nacional de Gijón. MARCOS LEÓN

La Policía Nacional evitó el año pasado la comisión de más de 350 suicidios en la ciudad gracias a una rápida intervención e incluso a costa de poner en riesgo la vida de los propios agentes. Además de mantener el orden y la seguridad en Gijón, de detener a delincuentes y evitar la comisión de múltiples delitos, entre las labores de este cuerpo de seguridad está lo que se conoce como auxilios o servicios humanitarios, que en 2017 supusieron 468 intervenciones de las que el ochenta por ciento supuso evitar la muerte voluntaria de muchos ciudadanos, tanto nativos como visitantes.

Esta función desarrollada por la Policía Nacional está orientada a auxiliar a personas mayores que se encuentran perdidas y desorientadas por la vía pública, ciudadanos con movilidad reducida, conflictos que surgen en el hogar -desde ollas a presión olvidadas en el fuego hasta personas atrapadas en ascensores o garajes pasando por caídas en el baño- y, principalmente intentos de suicidios. Respecto a este último apartado, la mayoría de casos se ponen en conocimiento de los agentes a través de familiares y amigos que reciben mensajes de despedida de los presuntos suicidas. En ocasiones, son ellos mismos quienes alertan de sus intenciones. El perfil más común es el de una mujer de mediana edad, de entre 45 y 65 años, aunque la policía interviene con un amplio abanico de edades, desde adolescentes hasta ancianos.

Uno de los últimos casos ocurrió en octubre del año pasado. Una mujer que padece una enfermedad por la que recibe tratamiento psiquiátrico se situó en la cornisa de su ventana con la intención de saltar al vacío. La rápida actuación policial evitó la tragedia. Les alertó un vecino y acudieron hasta donde se encontraba, trataron de convencerla y, cuando la mujer iba a soltarse lograron agarrarla y meterla para dentro no sin dificultad pues uno de los agentes estuvo a punto de precipitarse al vacío. En otra ocasión acudieron hasta la Campa Torres, donde un hombre había ingerido pastillas por su estado depresivo. También aquella intervención se saldó con éxito.

Pero evitar suicidios no es la única labor, aunque sí la más frecuente, dentro de los auxilios humanitarios de la Policía Nacional. Las personas mayores desorientadas en plena calle provocan también numerosas intervenciones. A muchos los encuentran en pijama y bata camino de la estación de tren o andando por la carretera. En esos casos intervienen con suma delicadeza para tratar de averiguar el domicilio y devolverles sanos y salvos a casa. Además de esos acompañamientos, otros sufren caídas y resultan lesionados por los que se tramita también la atención médica necesaria. Ocurrió, por ejemplo, el pasado año con una octogenaria que había salido a pasear el perro. Tropezó con la correa y perdió pie. Acabó con considerables heridas en su rostro y en la cadera.

En los domicilios son frecuentes los accidentes, especialmente con aquellas personas que viven solas y pertenecen a la tercera edad. Resbalones a la salida de la ducha o con alfombras en pleno pasillo son motivos habituales. En esa intervenciones, a pesar de ser los primeros en llegar a la vivienda, se encuentran con la imposibilidad de acceso por lo que han de contar con la colaboración de los bomberos y de los servicios sanitarios. También en una vivienda particular intervinieron por la agresividad de un joven que había ingerido previamente un bizcocho de marihuana.

Más excepcionales resultan otros episodios, como el incendio en un establo en el que los agentes colaboraron con el dueño para sacar a todos los animales y protegerles de las llamas en lo que llegaban los equipos de extinción. Más llamativo es el caso de un carnicero que se cortó una falange realizando su oficio; y una mujer en casa, que mientras cortaba un trozo de queso se le resbaló un cuchillo y se hirió en el pecho izquierdo.

Con la llegada del fin de semana -a partir del jueves ya se percibe- es muy común que aparezcan ciudadanos sangrando por el rostro, las manos o piernas debido a una caída en vía pública motivada por una notable ingesta de alcohol o, en menor medida, de drogas. También esas actuaciones se engloban en los auxilios humanitarios de la Policía Nacional. Por último, acuden con frecuencia a comunidades de propietarios donde algún vecino se ha quedado encerrado en el garaje o en el ascensor.

Hay agentes que actúan inclusoestando fuera de servicio. El pasado verano, un subinspector de la UPR, Iván Fernández, rescató de morir ahogado a un bañista en la zona del Santa Olaya. Por esa acción recibió este año distinción al mérito policial, que recogió su hijo al estar él destinado en aquel momento en Cataluña.

Compartir el artículo

stats