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Sólo uno de cada cien casos que llegan al Juzgado de violencia de Gijón es un delito grave

Los funcionarios reclaman el nombramiento de un abogado del turno de oficio en exclusiva para los procedimientos diarios que tramita el servicio

Palacio de Justicia de Gijón. MARCOS LEÓN

De los 1.200 procedimientos que tramita el saturado Juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Gijón solo el 0,5 por ciento se trata de delitos graves, entendiendo como tales aquellos casos en que se pide para el investigado más de cinco años de cárcel como lesiones graves -físicas y sexuales-, detención ilegal o tentativas de homicidio. Es decir, sólo uno de cada cien casos de los que se hace cargo este servicio judicial. Es por ello que fuentes de este juzgado describen Gijón como una ciudad tranquila y sin demasiados episodios graves que generen una alarma innecesaria. Por ejemplo, en ocho años sólo han investigado tres homicidios, uno de ellos -el de Silvia Hernández- está aún por juzgarse.

La dinámica de trabajo en el Juzgado está diseñada de tal manera que puedan optimizar el tiempo para paliar las carencias de personal y medios materiales. De esta forma, los lunes nunca se programa nada porque deben atender a todos los detenidos del fin de semana, desde el viernes a las tres de la tarde. Eso supone, ya de por sí, una jornada repleta de trabajo. Los martes tienen previsto tomar declaración a las perjudicadas, es decir, escuchar el relato de las supuestas víctimas para poder tramitar, cuando fuera menester, las órdenes de protección en un plazo máximo de 72 horas. Los miércoles es tiempo de celebración de vistas orales de temas civiles -tramitan alrededor de 100 procedimientos al año y ya tienen copada la agenda hasta el mes de octubre- y delitos leves. El esquema de jueves y viernes es muy similar e incluye la toma de declaración de los investigados, de los testigos y la resolución de las órdenes de protección que comenzaron a tramitarse el martes. Para que la maquinaria funcione es imprescindible el orden y experiencia que imprimen los integrantes de este servicio judicial.

En lo relativo a las órdenes de protección desvelan fuentes del Juzgado un hecho que con relativa frecuencia se produce. Una vez concedida la orden de protección de forma cautelar se produce un delito de quebrantamiento -tramitan unos 200 casos de este tipo a lo largo del año- de este mandato judicial que, en ocasiones, conlleva la privación de libertad del investigado. Entre cinco y diez procedimientos al año el hombre termina con una sentencia absolutoria del hecho en origen que motivó la orden de protección, pero permanece en prisión por el delito de quebrantamiento.

Otro de los problemas con que se encuentran diariamente es en lo relativo a los abogados del turno de oficio. Hay uno para todo y deben compartirlo con el resto de juzgados de Instrucción. Entre sus demandas está la de disponer en exclusividad de un abogado de guardia que atienda a los detenidos por materia vinculada a las competencias del juzgado. Tampoco este extremo se les ha concedido.

El funcionariado del Juzgado de violencia sobre la mujer -un servicio integrado por una magistrada, una letrada de la administración de Justicia, cinco funcionarios y dos auxiliares- ha advertido de la notable afluencia de casos que tramitan al año. Un volumen de trabajo que tiene al juzgado, el tercero de toda España en número de procedimientos, al borde del colapso. Esta situación, que no es nueva, se agravó en octubre de 2015 tras el cambio legislativo que dotó de más competencias al servicio con la inclusión de nuevos delitos. Pese a la promesa a finales del curso pasado en que el Principado de Asturias -que es quien tiene competencias para llevarlo a cabo- se comprometió a sumar dos nuevos puestos de funcionario en el Juzgado de violencia y, además, pagar un complemento a los trabajadores por las horas de más que trabajan, nada ha cambiado. Es más, fuentes del Juzgado aseguran que la forma más viable de evitar el colapso es la creación en Gijón de un segundo Juzgado de violencia. La situación se está volviendo insostenible.

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