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El 80% de las mujeres a las que se detectó cáncer de cérvix en Jove llevaba diez años sin hacerse citologías

El hospital desarrolla desde 2010 un eficiente programa de prevención de tumores de cuello de útero que incorpora pruebas de detección del papiloma virus

La ginecóloga Isabel Álvarez Miranda, en el Hospital de Jove. MARCOS LEÓN

El Comité del Cáncer del Principado de Asturias ha comenzado a trabajar, a petición de la Consejería de Sanidad, en una nueva estrategia en el Principado para los próximos años, donde la prevención de la enfermedad oncológica sea uno de los pilares del trabajo. Y prevención midiendo bien los recursos disponibles y la eficacia en su uso es la que desde hace ocho años se viene haciendo en el Hospital de Jove con el cáncer de cuello uterino o cáncer de cérvix, la cuarta neoplasia más frecuente en la mujer.

En 2010 Jove implantó un programa de cribado donde la habitual citología de comprobación de lesiones en el cuello del útero se complementó con una búsqueda de presencia del papiloma virus (VPH). Y en caso de que esa presencia de virus diera positiva, se añade además una determinación para ver de qué genotipo de VPH se trata, ya que no todos son igual de lesivos. Ese escalonado de pruebas permite diferenciar mucho mejor, según los expertos, el grado de seguimiento ginecológico que va necesitar cada mujer. Con lo cual a unas se les podrán desplazar las citas a los cinco años, a otras a los tres años y otras deberán seguir una revisión anual.

Un análisis pormenorizado del programa que se lleva a cabo en Jove ha permitido dejar constancia de la efectividad y eficiencia que implica esa doble comprobación. Y por eso recibió, precisamente, el galardón de "Eficiencia en el uso de recursos" en la convocatoria de los premios de calidad del área V en 2017. Desde 2010 el programa ha permitido detectar 17 cánceres de cérvix infiltrante, es decir, en un estadio de cierta evolución.

Isabel Álvarez Miranda, ginecóloga del hospital de Jove, recuerda que "fuimos de los primeros hospitales que empezamos con este programa de cribado" con doble prueba, explica. Su plan, siguiendo las recomendaciones de las sociedades científicas, ha supuesto reducir significativamente el número de citologías a las mujeres en edad de seguimiento, sin dejar pese a ello de ser efectivos en la detección de cánceres de cérvix y siendo más certeros en el uso de recursos. Eso sí, en Jove la evidencia es que "el 82% de los cánceres de cérvix que se detectan ya con cierta evolución los tenían mujeres que llevaban más de 10 años sin acudir a ningún ginecólogo a hacerse una citología", explica la doctora Álvarez Miranda. Un dato que habla claramente de dónde hay un agujero negro en cuanto a la prevención se refiere.

Se conoce como cáncer de cuello de útero o cáncer de cervix el que se origina precisamente en esa zona que conecta la parte inferior del útero con la vagina. Normalmente tarda mucho tiempo en desarrollarse y está relacionado obligatoriamente con una infección persistente por el virus del papiloma humano. "No hay cáncer de cérvix sin papiloma virus", suscribe la ginecóloga.

"El VPH se transmite únicamente por las relaciones sexuales. A lo largo de la vida sexual es muy probable que toda mujer tenga un contagio de este virus, que no genera ningún síntoma. A la mayoría de las personas el papiloma virus no les va a producir absolutamente nada, pero es un indicador interesante de cara a estar alerta ante el cáncer de cérvix. La mayoría de esas infecciones se curan solas, sin provocar ningún tipo de lesión, pero dentro de ese tipo de virus hay variedades distintas y no todas tienen el mismo riesgo. Por eso, gracias a la determinación del tipo de VPH podemos hacer un seguimiento más concreto a unas mujeres que a otras", explica la doctora Álvarez Miranda.

Lo mismo en Asturias que en la mayor parte de España, el cribado del cáncer de cuello de útero es "oportunista", es decir, se lleva a cabo cuando las mujeres van a consulta. No se trata de un programa preventivo como el cáncer de mama, por ejemplo, donde toda la población femenina de una determinada edad es reclutada oficialmente. En Jove el programa de la prevención se centra en las mujeres mayores de 35 años. A las mujeres entre 24 y 34 años lo que se les hace es una citología anual, pero no se incluye la determinación de VPH. "En esas mujeres jóvenes también puede haber presencia de papiloma virus, pero hay muchas posibilidades de que el sistema inmune de la joven lo elimine y no pase nada", señala la especialista.

Así que con una edad entre 35 y 65 años, a la población de referencia de Jove (unas 60.000 mujeres de Gijón y Carreño están vinculadas a este servicio sanitario) se les ofrece someterse a una citología que "vale para ver si hay lesión o no en el cuello del útero", y además se complementa con una determinación de VPH. Si la citología es normal y el virus da negativo, la revisión se demorará hasta pasados cinco años porque no hay riesgo. Si la citología no alerta de ninguna lesión pero se detecta presencia de virus, entonces esas mujeres entran en un protocolo específico, según el tipo de VPH que se haya visto.

"Lo que tenemos claro es que hacer citologías año tras año a mujeres sanas no era lo más productivo. Con eso no estabamos ayudando a prevenir mejor el cáncer de cuello de útero. Sin embargo, la combinación de las dos pruebas aporta mayor eficacia al cribado y, por lo tanto, en el uso de nuestros recurso", sostiene Isabel Álvarez Miranda. El cálculo que ha hecho Jove es que al año hacen una 4.000 citologías. Y desde que aplican el método doble, "estamos haciendo 2.000 menos de las que realizábamos en el año 2004" y eso, sin perder eficacia en el diagnóstico del cáncer de cérvix.

"Para que un programa de cribado como este funcione bien tiene que estar bien engranado el trabajo entre el servicio de Ginecología, el de Anatomía Patológica y el de Microbiología. Y eso es lo que hemos conseguido en nuestro caso", sostienen la ginecóloga.

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