Son mujeres, extranjeras, llegaron a España para iniciar nuevas vidas y en al actualidad todas son alumnas de la Escuela Oficial de Idiomas en la modalidad de inglés. Precisamente el centro ha tomado la iniciativa para rendir un peculiar homenaje en femenino a través de las lenguas, porque "tenemos un contacto diario con ellas, conocemos sus historias y pensamos que, en el Día de la Mujer, es justo que se den a conocer las historias de algunas de ellas", señala la jefa de estudios de la escuela, Loli Fernández.

Porque son luchas personales "enormes, con mucho mérito y de las que pocas veces se habla de forma pública", sostiene la responsable del centro, han decidido ponerlas en común a través de un documento audiovisual, una grabación que se presenta esta tarde en la escuela con los testimonios de diez de ellas que han tenido que afrontar la vida y sus vicisitudes desde dos perspectivas: la de mujeres y la de extranjeras.

Como en el caso de Roza Sargsyan, nacida hace 17 años en Armenia y llegada a Gijón con apenas siete años. En su caso la adaptación fue rápida, porque "el idioma no supuso mucho problema y tuve suerte en el colegio". Pero sí que vivió en sus carnes la dificultad de "adaptarse a otras costumbres, a una forma diferente de pensar; lo que más me llamaba la atención al principio es que la gente sonreía", explica. Ahora, en puertas de la Universidad, aspira a estudiar Biología, y reconoce que "machismo, machismo, el que había en mi país. Cuando mi familia vino aquí casi ninguna mujer en Armenia conducía. Y ninguna fumaba", explica. Y por eso considera fundamental "seguir trabajando para que todas las mujeres puedan hacer lo mismo que pueden hacer los hombres", sentencia.

Lilian Ferreira llegó a España desde Brasil hace doce años, y aunque aprender castellano no le resultó un escollo, sí que tuvo que pelear hasta encontrar un trabajo acorde con sus aspiraciones. Filóloga en su país, "tuve que trabajar en bares hasta que me convalidaron el título". Ahora trabaja en una agencia de marketing digital desde el año 2012, pero por el camino tuvo que ver cómo "en una ocasión, a la hora de hacer contrato fijo a otra chica española o a mí, optaron por la chica española", relata. Aún así Lilian es positiva porque "mi experiencia ha sido buena en general".

También ha sido una experiencia relativamente fácil para Natalia Cubillas, nacida en México y llegada a España con ocho años, hija y nieta de españoles con raíces en Villaviciosa. "Ya conocía el país y era pequeña cuando vine, pero lo más chocante para mí fue la seguridad: ver que podía jugar en la calle, salir sola, algo impensable en mi país. Allí sales sola y te secuestran", señala. Por eso "hay muchas cosas que mejorar para las mujeres, pero sobre todo en México", afirma Natalia, sorprendida aún con el hecho de que "aquí las chicas salen solas y juntas a cenar sin que nadie las juzgue; en mi país no puedes hacer eso aún hoy sin que te llamen de todo". Y sin pasar por alto que "en sitios como en el que yo nací aún hoy las mujeres, incluso las más pudientes, sólo esperan casarse para no tener que trabajar; si estudian una carrera es por entretenerse", explica.

Algo parecido a lo que ocurre en Perú, de donde llegó a España en 2004 Gisela Cornejo. Madre soltera, contable en su país, tuvo que pasar por numerosos trabajos hasta saldar sus deudas para poder viajar a España. Desde "limpiadora en chalés recién construidos hasta teleoperadora, reponedora y, finalmente, auxiliar de enfermería y geriatría", enumera. Un largo camino en el que, por su experiencia, constata que hay que trabajar mucho en igualdad, sobre todo en países como el suyo en el que "las mujeres con 30 años ya son viejas y ya no pueden aspirar a más que a cuidar a la familia y los hijos", explica. Aunque bien es cierto que "las cosas están empezando a cambiar, ahora las mujeres casadas que aportan dinero al matrimonio ya empiezan a tener capacidad de decisión y eso escuece mucho a los hombres", señala.

La experiencia en casos como la República Dominicana, país natal de Yocasta Valdés, las cosas ya hace tiempo que han ido cambiando para la mujer. "Allí ahora se pelea porque hombres y mujeres sean iguales, en mi casa me educaron para que todos hiciéramos las mismas tareas y yo así lo hago con mis hijos", sostiene, después de una azarosa vida que la trajo a España tras un divorcio complicado. Con raíces familiares en el país, encontró pronto trabajo pero tuvo que apañárselas para reunir a la familia. En su país trabajaba en los negocios familiares, y en Asturias ha acabado trabajando en hostelería para sacar adelante a sus dos hijos, el chaval "muy buen jugador de voleibol, lo han llamado de la selección", explica orgullosa.

La venezolana Velia Antonucci llegó a Asturias azuzada por la crisis en su país en el año 2003, y lejos de amilanarse, con su título de contable en el bolsillo trabajó en un bingo recién llegada para salir adelante. Luego la contrataron como profesora en una academia, y más tarde estudió turismo para acabar trabajando en la actualidad en la Oficina de Turismo de Villaviciosa. Como mujer trabajadora, sí nota que "aquí, al contrario que en Venezuela, te contratan para una cosa y acabas haciendo otras tres", critica. Y por eso considera fundamental "seguir trabajando en el campo laboral, para que se reconozcan los títulos y se pague acorde a ellos", subraya.

Todas las historias en femenino, junto con las de otras cuatro compañeras, han quedado plasmadas en un vídeo que será uno de los platos fuertes de la jornada de hoy en la Escuela Oficial de Idiomas, dedicada al Día Internacional de la Mujer. Habrá, durante todo el día, charlas en inglés sobre cuestiones como las mujeres inmigrantes en el Mediterráneo, mujeres y ciencia o mujeres en la vida cotidiana. Además habrá exposiciones y talleres, canciones y juegos, con la mujer como tema central. Con el día a día muy presente.