En el Botánico gijonés, concretamente en la zona del jardín histórico de la finca denominada "La Isla" -el que fue creado por el industrial Florencio Valdés a finales del siglo XIX-, hay 203 ejemplares de camelia, la mayoría de la variedad japónica. Tantos que componen la colección más importante, eso dicen, de las que se pueden ver en un museo vegetal público en España.

Se trata, cuentan los expertos, de cultivares antiguos en general, con el atractivo de que algunos pueden ser "difíciles de encontrar en la actualidad". Hasta el punto de llamar la atención a la máxima autoridad en España en la materia, Carmen Salinero, la presidenta de la Sociedad Española de la camelia. Hace sólo unas semanas Salinero estuvo en el Botánico y no dejó de hacer fotos, al detalle, de un ejemplar concreto de los más antiguos que hay en el jardín de "La Isla", "con la flor de un rojo intenso precioso, y con el arbusto de un follaje denso, singular", explica Lilian Pilares Ortega, que fue testigo de la dedicación que la presidenta le prestó al árbol.

Pilares es licenciada en Bilogía y doctora en Biología Molecular y Biomedicina. Trabaja en el Jardín Botánico gijonés y desde hace unos meses su dedicación casi intensiva está en las camelias, esos ejemplares vegetales que dan alegría al invierno con sus múltiples flores -la que Coco Chanel sublimó y convirtió en icono de la marca- de tantos colores como imaginación. Porque en el trabajo de Pilares -no sólo en el suyo, también en el de otros compañeros como Margarita López, ingeniero técnico forestal- descansa la tarea de caracterizar y diferenciar los cultivares de camelia japónica del Jardín Botánico Atlántico gijonés. Una labor que están llevando a cabo en la actualidad para la identificación y sistematización, en la que aplican tanto la técnica de "la descripción morfobotánica como marcadores moleculares", relata Pilares. Un proyecto que va a dar el respaldo científico que debe tener en un Botánico como el gijonés la que por ahora sólo era una colección vistosa en el jardín.

Es decir, que dentro de pocos meses, las camelias del Botánico van a estar bien clasificadas tanto por el detalle de sus características concretas -tanto de la planta como de la hoja y la flor-, como por la identificación de su ADN. "Para una descripción completa de los cultivares sólo con las descripciones morfológicas no es suficiente, así que este trabajo se apoya también en una caracterización molecular con marcadores de microsatélite, que son pequeñas secuenciaciones de su ADN tomado de las hojas. En el Botánico hay muchos ejemplares pero los antiguos creemos que podrían pertenecer a un mismo cultivar", explica Lilian Pilares. En estas tareas ha sido fundamental contar con la aceptación de la Estación Fitopatológica de Areeiro, unidad Asociada a la Misión Biológica de Galicia, del Consejo Superior de Investigaciones Científica, donde se lleva a cabo la descipción molecular de las camelias de Gijón.

Los ejemplares que se pueden ver en el Botánico -no se pueden oler porque una característica de la camelia es que no desprende olor- se plantaron en su gran mayoría en el año 2003, cuando se inuguró el Jardín. "Es una planta muy bonita, que luce mucho precisamente en invierno, una época con menos flores, y que tiene períodos de floración largos, lo que hace que dé mucho juego para un espacio público como este", comenta Pilares. Además, se plantaba sobre seguro porque era evidente que los nuevos árboles y arbustos podían aclimatarse tan bien al espacio como los muchos ya existentes, de los que adornaban el jardin en su origen. Su existencia en "La Isla", cuando aún no se había llenado el norte de España de camelias, no es de extrañar porque "es una planta digamos que algo elitista. Es originaria de Japón y de China y en su momento sólo las podían traer las familias con posibles económicamente hablando. Eran plantas exóticas asociadas a los indianos y a la gente de fortuna", de ahí que estuvieran presentes en el jardín de Florencio Valdés.

Ahora, con todo el Norte de España preñado de camelias, el disfrute de esta planta es generalizado. Y más, en el Botánico.