"Que nada de su vida se pierda; que sus buenas obras nos sirvan de ejemplo, que Joaquín siga viviendo en su familia, en sus amigos, en sus ideas, en su conciencia...".

Con esa despedida llena de agradecimiento "por la amistad que regaló, por la paz que sembró alrededor, por su trabajo y sus dedicaciones" cerraba ayer el párroco Eduardo Jiménez las honras fúnebres en la iglesia de la Asunción por el arquitecto gijonés Joaquín Aranda Iriarte. Un humanista, polifacético, vitalista e ingenioso profesional a quien en su despedida, ayer, no le faltaron compañeros ni amigos que llenaran los bancos y los pasillos del templo. Todos querían arropar a su viuda, Rosario Fernández-Nespral, a sus hijos, Reyes y Juan, a su amplia familia. Y todos, de alguna forma, despedirse -la enfermedad, de tan brusca, no lo permitió- de un hombre sociable, amable con todos, entregado a sus muchas pasiones, por encima de muchas a la arquitectura, y generoso en la aportación a la comunidad de sus libros, investigaciones y hasta de sus juegos.

Joaquín Aranda Iriarte, quien fuera exdecano por dos veces del Colegio de Arquitectos de Asturias -varios predecesores, entre ellos la actual decana, Sonia Puente, estuvieron en la iglesia-, autor de libros de compilación sobre la profesión, otros de reivindicación del trabajo arquitectónico en años no muy valorados, de obras de investigación sobre Gijón y también sobre el Sporting, falleció el martes a los 71 años. De su responsabilidad hacia la profesión y su "maestría", hablaron estos días sus compañeros y ayer lo hizo también el párroco de la Asunción. Con sus cenizas presidiendo el funeral y casi una veintena de ramos de flores rodeando el altar, se despedía a un hombre "que se encargó de hacer de ésta una ciudad más hermosa, más humana y más vivible". Aventuró el párroco que "seguro que Dios ya sentó a Joaquín a su lado y están hablando de tantos proyectos...".

Aranda Iriarte (Gijón, 1946) obtuvo en Asturias un prestigio acorde a su dedicación. Formado en la Escuela Superior de Arquitectura en Madrid, en 1970, con su trabajo logró diversos galardones, entre los que destaca el premio "Asturias" de Arquitectura, en 1991, por su obra Poblado Gitano en Siero, proyectado junto a José Manuel Espina Fernández, Francisco Javier Hernández Cabezudo y Carlos Viñuela del Olmo. También logró un reconocimiento profesional por una de sus publicaciones -llevó a cabo varias a lo largo de su vida, de temática diversa, desde el urbanismo hasta el sportinguismo pasando por el género de la novela policíaca- el diccionario "Autores de arquitectura en Asturias" en el que plasma la biografía y las principales obras de 1.500 arquitectos de la región.