Tiene 43 años y una mano paralítica, con un 33 por ciento de minusvalía, por estar sometida a una sobrecarga laboral haciendo camas y limpiando suelos como camarera de piso. Pilar Cazorla, barcelonesa afincada en Gijón desde hace 9 años, fue una de las "kellys" que se entrevistó con Rajoy esta semana en Moncloa para transmitirle la precaria situación -al borde de la explotación- que padecen. "Que no haya ninguna Pilar más; que nadie más pase por lo que yo he tenido que pasar", le imploró al Presidente tras un encuentro de más de dos horas.

Pilar Cazorla, portavoz de "Las Kellys Asturias", lleva desde 1998 trabajando como camarera de piso, pero con intervalos de trabajos temporales. En el último hotel en que estuvo empleada, en Gijón, en solo diez meses se quedó con una mano paralítica -sufre "tenosinovitis estenosante"- por la condiciones laborales a las que fue sometida. "Las jornadas laborales eran interminables; entrabas antes de las nueve de la mañana eran las siete de la tarde y seguías allí", recuerda Pilar Cazorla, que ni tenía tiempo a comer.

"Desayunaba fabada porque sabía que no podría parar a comer y llegué a perder 14 kilos en diez meses", reconoce Cazorla, que hacía 24 habitaciones al día por 36 euros y después ayudar al resto de compañeros del hotel. "No me podía ir hasta que todos acabasen, hasta teníamos que tirar la basura;_por todo eso estamos enfermando", relata. "Si te quejabas, además, amenazaban con echarte o no renovarte porque los contratos que hay son mensuales, semanales y de días". Ahora mantiene una lucha para que esta precariedad forme parte del pasado. Sus reivindicaciones son claras y concisas: acabar con la externalización del servicio y que los hoteles contraten a las camareras de piso, adelantar la edad de jubilación y que se valoren las enfermedades que han desarrollado.