José Luis Rubiera García, quien fuera uno de los dueños del almacén de material y prefabricados para la construcción Rubiera Predisa, falleció el pasado jueves a los 92 años. Deja viuda, Majoli Álvarez, y cuatro hijos que han continuado con la tradición empresarial de la familia.

Fue José Luis Rubiera vicepresidente de la compañía (su hermano Ramón fue el presidente), un proyecto empresarial puesto en pie en Ceares en 1953 por su padre, Faustino Rubiera y su tío Luis rubiera. Empezaron con el ladrillo y con el paso del tiempo el negocio ha ido evolucionando hacia los prefabricados, en una empresa que con medio siglo de vida largo a sus espaldas es una de las de más solera de la ciudad. Rubiera fue además vicepresidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Gijón durante 19 años, así como presidente del comité ejecutivo de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, con lo que fue una de las personas que mejor conocieron el tejido empresarial de la ciudad.

No fueron fáciles los comienzos, como él mismo recordaba al relatar los inicios de la empresa. "Empezamos con unos 20 hombres y si ninguna mecanización; el trabajo en los hornos era penoso porque había que sacar el material a unas temperatras muy elevadas", recordaba en el cincuenta aniversario de una compañía que comenzó haciendo ladrillos en la finca de Las Quintanas, en Ceares, y que rápidamente evolucionó a otros productos.

Además, José Luis Rubiera García también fue uno de los socios fundadores del grupo de montaña Torrecerredo, así como su presidente entre los años 79 y 88. Quienes lo conocieron destacan de él su "trato fácil, era un encanto de persona", asevera Álvaro Muñiz, director de la Feria de Muestras. Y así lo atestiguan también sus compañeros durante muchos años en el grupo Torrecerredo, que subrayan cómo "era un enamorado de la montaña, gran organizador que hacía que colaborar con él fuera muy fácil". Hasta hace unos años, de hecho, aún asistía a las excursiones para los veteranos del grupo.

El funeral por su eterno descanso se celebró ayer en la iglesia parroquial de San Félix de Porceyo, a la que acudieron numersos conocidos y amigos para rendirle un último adiós.