La situación que se vivió la noche del pasado sábado en el bar La Folixa de la calle Óscar Olavarría de Cimavilla fue "muy tensa". Así lo describe un testigo de los hechos que narra la situación en primera persona. "Estábamos a la puerta del bar y vimos llegar al grupo, de unas once personas. Ocho de ellas entraron", relata esta persona, que no quiere revelar su identidad por miedo a posibles represalias. "Al entrar sacaron las barras y martillos que llevaban escondidas entre las ropas". "Fue una agresión unilateral, entraron armados, intentando golpear a todo lo que podían. No es verdad que les llovieran botellas, es todo mentira", relata. "Fue todo muy rápido, duró muy poco tiempo", explica el testigo de lo ocurrido, "no entraron buscando a nadie en concreto, fue una caza".

Al echar la vista atrás no duda. "Tuvimos muchísima suerte, podía haber sido mucho peor", explica esta persona, que no duda en reconocer que sintió "miedo al ver a personas golpeando la puerta con un martillo, queriendo entrar". "Tuvimos suerte de que el bar estuviera lleno. Actuamos todos a la vez, expulsando a quienes entraron, a base de empujones, hasta que pudimos cerrar la puerta. Si llega a haber menos gente, aquello podría haber sido mucho peor", explica. Una vez se fueron los atacantes, "ayudamos al chico que tenía una brecha en la cabeza a contener la hemorragia. Había mucha más gente con contusiones", recuerda. Esta testigo pide que este suceso sea "un punto de inflexión, que se tomen medidas contundentes para que no vuelva a suceder", congratulándose de que el delegado de Gobierno "hable claramente de grupos ultras, poniéndolos en el punto de mira. Ya no somos solo nosotros quienes lo decimos, ahora nos sentimos respaldados". No duda en que irá al juzgado a declarar, ya que las denuncias se pusieron "con todas las consecuencias".