El "Elogio del Horizonte" ya ha iniciado la cuenta atrás para combatir los efectos del paso del tiempo en su mole. La escultura que erigió en el año 1990 Eduardo Chillida en el Cerro de Santa Catalina de Gijón será vallada perimetralmente durante una semana a finales de mayo para iniciar los trabajos de mantenimiento y conservación, y que arrancarán con un escaneado en tres dimensiones del monumento para localizar el armazón de acero y proceder a extraer catas del hormigón para su análisis y caracterización en el laboratorio.

Serán los primeros pasos del proyecto "InnovaConcrete", iniciado en enero de este año y con tres años de duración para la conservación de obras monumentales de hormigón, dentro del programa Horizonte 2020 de la Unión Europea. Con un coste de casi siete millones de euros y coordinado por la Universidad de Cádiz, está compuesto por un consorcio de 29 socios pertenecientes a once países, y en la base de las actuaciones, además de mantener en buen estado monumentos o edificios singulares levantados en este material, figura la intención de "llegar a los ciudadanos, más allá de las validaciones en el laboratorio", explicó ayer en la presentación del proyecto en Gijón María Jesús Mosquera, catedrática de Física y Química de la Universidad de Cádiz y coordinadora del proyecto. Junto con ella intervinieron el arquitecto Lorenzo Fernández-Ortega (hijo de José Antonio Fernández-Ortega, colaborador de Chillida en la construcción del "Elogio"), y Luis Chillida, hijo del artista y responsable de la fundación que lleva su nombre, quien destacó que "a mi padre le hubiera parecido una maravilla esta solución, porque siempre ha sido una preocupación de la familia el mantenimiento y la conservación de esta obra".

Tal y como explicaron los expertos, el proyecto consiste en probar los nuevos nanomateriales y productos desarrollados por los investigadores en una selección de monumentos: el "Elogio", el Centennial Hall, el Palazetto dello Sport, las estructuras "Shell" en forma de concha, un memorial de guerra, la fortaleza de Kaunas y el Edificio Torroja. Básicamente se trata de "impregnar las superficies y grietas del hormigón deteriorado con nuevos productos capaces de producir un tipo de gel capaz de rellenar las faltas de material con un polímero, de manera que, además, el material repela el agua y tenga un efecto autolimpiante. Uno de los socios en Roma está estudiando la forma de añadir partículas al material para repeler la corrosión de la armadura metálica que sustenta la estructura, así como otros tratamientos con bioenzimas que, gracias al CO2 de la atmósfera, sean capaces de crear carbonato cálcico que ayude a regenerar el hormigón. Todas estas técnicas se aplicarán "in situ" a los monumentos seleccionados, y por eso lo primero es tomar muestras.

En primer lugar, se realizará un escaneado en tres dimensiones para inventariar todos los daños, faltas y reparaciones, así como una comprobación estructural y una cartografía de sales y humedades. En principio se prevé que sólo sea necesario trabajar en el monumento entre cuatro y cinco días en función del tiempo, una vez que se valle el perímetro y se instale en la zona la maquinaria de trabajo necesaria. El estudio previo se completará con ultrasonidos y la toma de muestras desprendidas del hormigón para analizarlas en el laboratorio, y una cámara termográfica determinará cómo está su interior. De forma complementaria se extraerán dos testigos de hormigón de la parte superior del monumento, con las que se realizarán pruebas de laboratorio. Una vez que concluya este trabajo, se determinarán las zonas sobre las que aplicar el tratamiento en el plazo de nueve meses a un año. Posteriormente se colocarán en el monumento unas cámaras de altísima precisión para registrar la evolución del tratamiento hasta el final del proyecto. Se trata, convienen los expertos, de "un caso de estudio único" por la singularidad de su emplazamiento, expuesto a la influencia del mar.

Todo el trabajo contará con la supervisión del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, que velará para "alcanzar un equilibrio entre las huellas dejadas por el tiempo y la necesaria preservación de las obras de arte" para que "cuando pasen doscientos años sigan estando ahí". Porque, como indicó Luis Chillida, se trata de "impedir la corrosión sin actuar en la estética del monumento", en el que se procurará dejar constancia de la pátina del paso del tiempo. El diagnóstico del estado del "Elogio", en principio, es aceptable, destacó Lorenzo Fernández-Ortega, con los problemas comunes a estas estructuras por la pérdida de la capa de protección.

El plan se completará además con numerosas actividades culturales y formativas de concienciación y divulgación en torno al hormigón histórico, tal y como ayer explicó Luis Chillida, responsable de la fundación que lleva el nombre de su padre. Estas actividades tratarán de involucrar a los colegios gijoneses, la Universidad y la ciudadanía en general, con talleres, charlas de expertos internacionales y con una gran exposición fotográfica final con imágenes originales tomadas por el fotógrafo Jesús Uriarte del proceso de creación del "Elogio". Todo ello tendrá lugar el año que viene, e incluso se baraja un espectáculo de danza bajo la escultura.